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domingo, 27 de abril de 2014

NUEVA YORK Y PATA NEGRA (...A ESTAS ALTURAS DE LA PELÍCULA)

Ayer estuve en el cine viendo una película española, y no, no era “Ocho apellidos vascos”, de la que ya hablé durante su estreno (http://patxipe.blogspot.com.es/2014/03/euzkadi-tiene-un-color-especial-estas.html), porque hay más cine español, y muy interesante, tras la citada película.

La vida inesperada”, según un guion de Elvira Lindo, trata de un actor español, Juanito concretamente, que fue a Nueva York en busca de su sueño. Pasados bastantes años y sin el ansiado reconocimiento, su monotonía repleta de pequeños trabajos en lo que sea, para subsistir, se rompe con la llegada, llena de incógnitas, de su primo, y se nos presentará como la antítesis del protagonista. Sin embargo, la convivencia entre ambos irá descubriendo la realidad que hay detrás de cada uno de ellos.

Antes de nada he de comentar la parte mala, para este vecino, de la proyección, y es que la cinta estaba traducida totalmente al castellano. 
Hay que tener en cuenta, de que la historia al tratarse en Nueva York, debe de ser bilingüe, en los momentos en que los personajes hispanos interactúan con los americanos. Y todo ese trabajo interpretativo por parte de Javier Cámara, Raúl Arévalo y Carmen Ruiz, fue escamoteado. Me consta de que existen copias de la película en que las escenas comentadas están subtituladas, pero no fue el caso en los cines del centro comercial Max Ocio, cerca de Bilbao. En películas de este tipo debería de ser obligatorio su pase en versión bilingüe, ya que entre otras cosas, este vecino ama el sonido directo, y en este caso se pierde.
La película en sí, un proyecto que ha tardado Elvira Lindo en que cogiera cuerpo desde el 2002, merece muy mucho la pena. Es un “redescubrimiento” de un Nueva York, captado por la fotografía de Kiko de la Rica, melancólico, mediante encuadres diferentes,  y huyendo de grandes panorámicas.

Es una historia triste, pero llena de cucharadas de ricino realista, porque duro es el tener que confesarse que su tiempo de los sueños ya pasó.
Si el reparto español está sembrado con un Javier Cámara espléndido, y excelso en su aportación como showman cantando al final de la cinta, y un Raúl Arevalo “odioso” en su composición del personaje y significado, como contrapunto a su primo, la aportación de Carmen Ruiz, aunque aparentemente menor, le da ese toque de añoranza, cariño y cordura, a una historia de sueños por terminar. Por el lado americano, Sara Sokolovic saca de Raúl Arévalo, la verdad que se negaba a confesar, en un trabajo aunque corto lleno de búsqueda de cariño y comprensión.

El gran descubrimiento de esta cinta, este vecino tiene que admitirlo, es Tammy Blanchard. Verla te llena de una sensación de déjà vu, y es que es la reencarnación física de Judy Garland, a la que ya interpretó en una película para televisión. Los encuentros del personaje de  la Señora Blanchard con el de Javier Cámara es lo mejor de la película.
El trabajo de Jorge Torregrossa como director, está a la altura, sacando todo el jugo de un Nueva York que él también conoce, y huyendo de la postal, para llegarnos al corazón.

Este vecino ha de reconocer que ha tardado en deglutir la película toda la noche, pero ha merecido la pena, porque es una historia que te hace sentir lo que es la vida, con sus aciertos y sus fracasos.
A destacar también dos momentos, al comienzo de la historia con un “Soldados de Kazan”, delicioso, y especial para todo donostiarra que se precie, debido al genio, y nunca mejor dicho, de un Pablo Sorozabal extraordinario. Y la escena final, y no voy a destripar nada, cuando el personaje de Javier Cámara al buscar la mirada de su socio, en realidad está rompiendo con esa cuarta pared del espectáculo, y nos está mirando a nosotros.

El cine es caro, y no vamos a entrar en debates, pero no se pierda esta película, se lo digo de corazón, en el mismo idioma en el que habla esta cinta.

*FOTO: DE LA RED