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lunes, 25 de noviembre de 2019

TAMARA FALCÓ Y LA TÍA DE GILA



Leo por ahí que según palabras de Tamara Falcó, la hijísima, que lo suyo con Jordi Cruz ha sido anecdótico. ¡Toma! Como lo mío con Meg Ryan, cuando Meg Ryan, por cierto, se parecía así misma y no a la novia del Pato Donad.

Para que luego digan eso de que la Tamara parece tonta. A eso se le llama coger el tren de las oportunidades sin incluso haber ido a la estación.

Al fondo de los recuerdos, es lo que tiene ya no cumplir los sesenta, me viene lo de la tía de Gila, que iba a todas las bodas, y cuando el cura decía eso de “Quieres por esposo…”, ella decía bien en alto “Y si no pa´ mi”. 

Y es que no se pueden ir desperdiciando amores, que en el caso de una superfamosa siempre se pueden traducir en “dineros” y “muchos”.

A Tamara Falcó no le hacen falta ni los “ferreros” de su madre ni las novelas que se monta su tito Mario, ni vivir en una cárcel dorada como su hermano Quique. Ella siempre va de frente. Lo que ocurre es que al que se cruza con ella y la reconoce, nunca sabe si va, o viene Y para cuando se decide, ella ya no está.  

Ya lo decía aquella famosa canción: “Volando voy, volando vengo. Por el camino, yo me entretengo”. Quizás por eso la mejor definición de lo que es la Señorita Falcó se pueda  hacer en inglés. Ella realmente es una “entertainer”, que aunque la traducción “a huevo” en español sería “la que entretiene”, "la artista", más realista es “la animadora”. Y en mi caso, es que no falla, le veo a Tamara, y siempre me preguntó “Con qué me sorprenderá hoy”. Y me sorprende.

De todas maneras, esta vez "lo de Jordi Cruz y ella que ha sido anecdótico", ha sido de total superación, porque de donde no había nada, sacar algo, y sin sonrojarse, es de matrícula de honor. Te lo juro por …

*FOTO: DE LA RED

jueves, 4 de mayo de 2017

¿SEGURO QUE NADIE LO SABÍA?


Quizás porque este vecino del mundo estudió el antiguo "Técnico Superior en Empresas y Actividades Turísticas", que comenzó a estudiarlo en Donosti en 1975 (aunque luego, tras terminar, el destino le llevó por otros lugares) siempre ha sabido, porque además no era un secreto, eso de que la mayoría de los chefs rutilantes tienen a gente trabajando gratis, y además venidos de cualquier parte del mundo.

Nunca me ha parecido bien, porque en muchos sitios más que aprender, ocupan un puesto de alguien que debería ser remunerado.

Eso que se está diciendo ahora, tras estallar la polémica con Jordi Cruz, que si no existieran esas personas, llamadas "stagiers" (no confundir con becarios, que en teoría tienen sus horas y reglas,  y provienen de las escuelas de hostelería en general) el negocio no sería viable, en opinión de este vecino del mundo tiene su parte de verdad y de mentira.

Me explico. Las estrellas rutilantes, y michelines en general, cuando hablan de que su negocio no sería viable sin ellos, sin los "stagiers", probablemente se refieren, y forma parte de la verdad, a la "cadena" de negocios, que quien más, quien menos, tiene montado, desde que su nombre está en el candelero.

Pero si un negocio, un sólo restaurante, no funciona, habría que hacérselo mirar, y probablemente sería más un problema contable de fácil solución.

Otra cosa es que ahora la inspección de trabajo "descubra" lo que viene ocurriendo, presuntamente, desde hace muchos años y que no va a ser este vecino del mundo quien les ponga en solfa.

Por eso, cuando más de una de esas estrellas de la cocina, declara que lo que le guía a él es hacer feliz al cliente, este vecino se pregunta: ¿Qué tiene, un negocio o una O.N.G.?


*FOTO: DE LA RED

sábado, 25 de abril de 2015

¿QUÉ HACE UN LEÓN COMIENDO GAMBAS?



Hacerse mediático en una época mediática es una labor, que más que difícil, pertenece al mundo de la casualidad o al azar. Y quizás pronto olvidaremos a Alberto, un joven que intentó su aventura en “MasterChef”, y que por casualidades de la vida inventó tres palabras mágicas: León, come, gamba, que puestas en ese orden, y ya juntas para siempre, y bajo la apariencia de un plato hecho con gazpacho de tomate y fresa, con pimiento asado y una patata imitando la cabeza de un león, le han dado el pasaporte, primero para ser expulsado del programa, y segundo para verse ya inmortalizado por las redes sociales tanto a favor como en contra.

Este vecino del mundo no ha querido sumarse al aluvión de comentarios ni graciosos ni agrios que tanto el plato en cuestión, como la fuerte reacción del jurado se han originado durante días.

Cuando parece que todo se ha calmado, entre otras cosas porque ya se ha visto otro programa, y es como si se hubiera pasado otra página del mismo libro, este vecino del mundo quiere dar otra visión del tema…

Quizás en el fondo de todo, tanto del plato presentado como de la fuerte crítica, subyace el hecho de que desde ya hace años a la cocina se le ha subido, este vecino nunca dirá si merecidamente o no, al Olimpo del arte. Y como en todo arte, siempre habrá artistas  y “listos”.  Aquellos que logran con su pericia y sentimiento, un algo más, y otros que nos quieren tomar el pelo.

En el caso del joven Alberto, la cosa quedó muy clara porque la patata estaba cruda, y el presunto plato era incomible, pero la fuerte reacción de los chefs, Pepe Rodríguez y Jordi Cruz, quizás en el fondo iba más encaminada a todos aquellos que intentan dar, y nunca mejor dicho, gato por liebre. Porque, en realidad, ¿qué hubiéramos opinado si el que nos presenta este plato, con la patata en su punto exacto, naturalmente, es un chef pata negra, con más estrellas que el infinito? 

No se puede demostrar, pero  mucho me temo que la opinión hubiera sido algo parecida a: “Jugando con condimentos de lo más simple, y que tenemos en todos los hogares, el Chef Tal y Cual, ha logrado una sinfonía de sabores que brillan tanto por la sencillez, como por la rotundidad de unos colores que entran no solo por el iris de nuestra vista, sino por el corazón de nuestro disfrute”.

Por eso este vecino del mundo a la hora de comer se deja llevar más que por la vista, por los olores, sabor, buen juicio, y las cantidades. Porque tampoco se trata de sacarse una foto con un gran chef, dejar el bolsillo altamente perjudicado, y acto seguido tener que ir a casa para quitarse el hambre que todavía quedaba.

Lo de quedarse con hambre, habiendo pagado un potosí, le pasó una vez a este vecino, de muy joven, y el chef sigue en el Olimpo de su triunfo, pero al vecino del mundo no le vuelve a ver. Es más, alguna vez al ir a cruzarse con él en la calle, este vecino se ha cambiado de acera, más que nada para evitar las ganas de decirle lo que opina de su arte en miniatura; más concretamente, de su arte, y de su miniatura.


Si algunos artistas de la cocina no jugaran con nosotros, quizás tampoco el León hubiera comido gambas. Pero, ojo, ahora más de uno hará el agosto, cualquier día del año, con ese plato, o platillo. Y eso nunca será de artistas, sino de aprovechados.

*FOTO: DE LA RED