Mostrando entradas con la etiqueta Joe Cocker. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Joe Cocker. Mostrar todas las entradas

lunes, 22 de diciembre de 2014

JOE COCKER, LA VOZ DE LO INCORRECTO

Me acabo de enterar. Joe Cocker ha muerto, y una parte de nuestras vidas con él. Esa vida que no es políticamente correcta, de tugurios a medio cerrar, de luces dudosas que intentan sobrevivir entre un puré de humo, y de bebidas de “algo” con alcohol.
Hay artistas que cantan con la garganta, y otros que lo hacen con sus entrañas.
Joe Cocker, el cantante de Sheffield,  es, porque durante mucho tiempo me costará hablar de él en pasado, uno de los pocos que cantan con el hígado. Nunca ha necesitado canciones compuestas por o para él, porque ha sabido coger canciones de otros y hacerlas suyas.
Directamente me viene a la memoria de mi corazón ese  With A Little Help From My Friends, de “The Beatles” y transmutar las finas voces de los de Liverpool en esa voz rasgada de negro emblanquecido, esperando que en cualquier momento se rompa para siempre, pero sobreviviendo a los agudos.
Una voz llena de contradicciones, voz de negro en envoltorio blanco, voz de tinte trágico con imágenes, en la memoria, de lencería fina, y trajes impolutos de soldados enamorados.
El considerado séptimo arte le debe grandes momentos también, como los temas principales de “Oficial y caballero”  y “Nueve semanas y media”.
No se ha conformado nunca con coquetear solo con nuestros oídos, y hubo tiempos que también lo hizo con  las drogas y el alcohol. Leyenda viva del Festival de Woodstock, hoy nos ha dejado, pero como en sus conciertos, seguro que simplemente es un descanso para volver a envolvernos con esa voz de más de cuarenta grados.
Sé que como en “Nueve semanas y media” me podría dejar el sombrero puesto, pero es un símbolo de respeto el quitárselo, y en el caso del cantante que acaba de fallecer, merece  ser incinerado para no poder ponérselo nunca; porque ya nada será lo mismo.
Al contrario de en su canción “Unchain my heart”, mi corazón siempre estará encadenado a su recuerdo, a esas manos siempre tocando un piano imaginario.
Ahora los tragos solo serán de marca, y las historias de amor limpias y anodinas.
Joe Cocker ha muerto, descanse en paz, y los cubatas estarán a media asta.


*FOTO Y VIDEO: DE LA RED

sábado, 1 de junio de 2013

FOROFOS EN EL PATIO

Me quiero concentrar, pero el patio se ha convertido por un rato, en un patio de esos del cine español de comienzos de los sesenta. La única diferencia es que no hay tanta ropa colgada, ni de tantos niños; por lo demás hay voces por todos lados. La Real Sociedad ha metido un gol, en su último partido de la liga, y juraría que la misma ropa que está colgada se mueve celebrándolo como si fueran los hinchas realistas. En este momento no existe crisis, ni mi corazón, que ya no recuerdo si estaba en la derecha o en la izquierda.
Estoy solo en casa. Me tengo que preparar la cena, pero estoy yo como para preparar nada. Y si me protesto por el hambre, yo mismo me explico que cómo me voy a concentrar preparándome algo. La verdad es que no me esperaba esta reacción. Me refiero a la mía, porque mi equipo de cabecera es la Real Sociedad, pero no me considero foro, foro. ¡Vamos! Si me corto las venas, que no lo hice por aquella rubia hace treinta años, no lo voy a hacer ahora, la sangre que me salga será roja y no txuri-urdin, pero, claro, el himno de la Real me pone más que aquella canción de Joe Cocker a Kim Basinger en “Nueve semanas y media”.
Parece que el patio está tranquilo otra vez, y las ropas colgadas tampoco tiemblan de emoción. Siempre se dice que lo importante no es cómo va la cosa entre medias, sino cómo termina.
Recuerdo que otros años, y en otras circunstancias, hablaba con Dios con ese teléfono que tenemos todos que es el tú a tú, y que siempre ha existido, aunque todavía no hubiera teléfono móvil, y es cuando te haces el firme propósito de hacer algo, si previamente Dios, tu Dios, te ayuda en algo.
La verdad es que parece que hoy no lo tiene muy difícil en ayudar, por eso no le quiero pedir nada, porque luego la contra-prestación la tengo que cumplir, y eso luego ya en frío, jode bastante.
Pues a lo largo de mi vida, he hecho muchos tratos con Dios, y seguro que me considera mal pagador, porque normalmente pido para pagar en misas, en misas a las que tengo que ir, y que hace tantos años que no he ido, que debería de buscar en un mapa, la iglesia más cercana.
Si Dios, ese Dios de cabecera, esa voz que tenemos todos dentro y que hasta hace poco se hubiera asemejado a la del buen Constantino Romero, tiene una contabilidad con su rebaño, debo de estar en la cuenta de los morosos, y bien colocado a demás.
Quedan prácticamente unos cuarenta minutos para terminar el partido, y espero no tener que jugar el resultado final en misas .
Miro al patio, y la ropa, cada vez menos blanca, no sé si será por un ficticio sudor por los nervios, comienza a moverse otra vez. Parece que toda la colada del patio, es hoy también txuri-urdin, como toda ropa que se precie tiene que ser.

*FOTO: DE LA RED