Mostrando entradas con la etiqueta Houdini. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Houdini. Mostrar todas las entradas

lunes, 6 de julio de 2020

TIEMPOS DE HOUDINI



Este año me da la intuición, por no decir el pálpito, que suena pelín trasnochado y cursi (además que ya los que antes éramos clase media y que ahora no tenemos ni clase ni nada, ya nacemos sin ello), que lo de ir de vacaciones de verano va a ser como el desenlace de una película de Hitchcock, que hasta el último segundo no se sabrá si vamos o no.

Y es que tal como está el patio  de brotes del coronavirus, subiendo más que un termómetro en un baño turco, no puedes saber, con varias semanas de antelación, si sólo tienes que llevar ropa de verano, o de invierno también, por aquello de que te puedan forzar a estar confinado  y ver a la Pedroche comiendo las uvas  en la Puerta del Sol, y tu con cara de sueco, o haciéndote el mismo, con pantalones cortos y chancletas, mientras desde el cielo caen todo tipo de plagas.

Por cierto, hoy es la víspera de San Fermín, pero en esta nueva realidad, al que se arremoline en la Plaza del Ayuntamiento en Pamplona, en las horas previas al chupinazo, habiendo tenido que pasar todo tipo de control policial, no se sabe si le van a llamar despistado, irresponsable que sería lo propio, o Houdini por ser el rey del escapismo.

Lo mismo que antes del coronavirus, y visto con los ojos del ahora, se puede decir que éramos felices aunque fuera de marca blanca, y no lo sabíamos, ahora estamos viviendo una especie de apocalipsis pero sin efectos especiales, en lo que lo  primero que ha sufrido ha sido precisamente nuestros afectos especiales. Los más allegados han sido separados a golpe de alarma, y nos hemos ido anestesiando con internet y plataformas televisivas.

Sin embargo, sales a la calle a darte un paseo, que es de lo poco que todavía es gratis, y además no viene envasado en plástico, por lo que es totalmente ecológico, y no notas a la gente en las terrazas repletas, o haciendo un chiste, de “b(r)ote en b(r)ote”,  ni crispada, ni mucho menos con la mascarilla puesta.

Si fuéramos el mar, estaríamos en calma chicha total, momentos antes de la tormenta perfecta...

*FOTO: DE LA RED

sábado, 29 de julio de 2017

LA SOMBRA DE LUCÍA ES ALARGADA...


Lo reconozco, soy un cotilla,  puede ser quizás como daño colateral a ser gran amante del cine. Procuro que no se me escape nada a mi alrededor, y escruto comportamientos para encontrar ese algo más de los actores secundarios en "mi película". Aunque luego, es muy probable, no me entere de la misa, la media.

Hace tres noches, precisamente antes de ir a ver la pelí comentada en el post anterior, estaba cenando en un buffet chino con parte de mi familia, y entró un matrimonio joven, se supone, con dos niños, el mayor tendría unos ocho años, y el pequeño, unos cinco.

Me fijé en ellos porque oí a la camarera china que le decía a la mujer, que no eran dos personas, sino cuatro, a lo que la mujer respondió que los niños no iban a cenar.

Llámenme mal pensado (que lo soy, pero yo le llamo experiencia), y una sonrisa irónica debió de aflorar en mis labios, con la certeza de que íbamos a asistir a una muestra de nuestra picaresca, y darles de cenar de extranjis, en un claro ejemplo de lo que el Señor Rajoy denominaría como “españoles, muy españoles, mucho españoles”.
Pero …, no fue así, y al poco tiempo, los niños no estaban. 

Al salir nosotros, comprobé que los niños estaban fuera del restaurante, sentados en un banco de la terraza, solos.

Ahora, parece que hay otros usos y costumbres. Nosotros, hace veinte años como padres, y siguiendo la ruta de nuestros padres, nunca hubiéramos procedido a actuar de la misma manera. Pero eso conlleva también otras costumbres. Nunca nos hubiéramos calificado como “amigos de nuestros hijos”, cosa que ahora ocurre con muchísima frecuencia. Y nunca nos hemos considerado como matones, pero unas cuantas tortas les han caído. Y por supuesto, también hay que decirlo, que nunca recibimos una demanda judicial desde su lado.

Todo ésto lo estoy comentando a vivencia pasada, teniendo siempre presente a Lucía, la niña de Málaga, que a esas mismas horas de lo relatado, estaba siendo buscada por toda su familia y amigos...

Ni  este vecino del mundo quiere dar ejemplo de nada, lanzando culpas a nadie, ni por supuestísimo a sus padres. Los niños son como el Houdini de su mejor época: Mil ojos mirándolos y desaparecen en una décima de segundo.

Lo que ocurre es que como padre (tras serlo, uno no dejará de ejercer, al menos en su interior, hasta que muera), este vecino del mundo no puede dejar de pensar lo que vio esa noche en el buffet, aunque seguro que me faltan datos para juzgarlo plenamente, pero la sombra de Lucía es alargada, y no deja que olvide a aquellos niños en la soledad de una terraza...

Lucia, descansa en paz. 

*FOTO: DE LA RED