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miércoles, 27 de noviembre de 2013

LA SUGERENCIA COMO ARTE

Quizás tenga que ver con la época en la que este vecino del mundo se crío. Unos años en los que la Señora Censura, así con mayúsculas,  campaba a sus anchas, y solo se podía sugerir. 
Continuaban triunfando canciones  como aquella en la que a una camarera se le decía echa té, cuando la intención era tumbate. Tiempos en los que se suplía la falta de libertad con la picardía.  
Los bikinis o la ropa interior en las películas de Alfredo Landa nos hacían imaginar un desenfreno que, sin embargo, solo se suponía, y eran mejor que el más bello de los desnudos, porque cada cual se imaginaba uno a la carta.
Quizás por eso ahora, el decir las cosas a las claras linda  con la falta de educación y la sal gruesa.
Este vecino siempre ha sido de la tendencia de que hay que dejar trabajar al cerebro y que no hay que dar las directrices completas de lo que se quiere decir en cualquiera de las artes. Es una manera de implicar a la otra parte, porque este vecino huye de esos artistas en los que el título de su obra es mucho más grande que la obra en sí.
Este vecino nunca olvidará su primera visita al Museo Guggenheim de Bilbao, en el que estaban expuestos dos grande lienzos del artista americano Julian Schnabel; para hacernos una idea, del tamaño de una pantalla de cine cada uno, y aunque solo había unos cuantos trazos de brocha de pintor de paredes, los títulos eran de unas tres o cuatro líneas, con lo cual en lugar de expresarse con su arte, informaba de su intención. Y si algo debe de lograr todo artista que se precie, es no dejar indiferente a aquel que se ponga delante de su obra, porque incluso una fotografía debe sugerir algo más de lo que muestra, para trascender de una mera representación a arte. Incluso este vecino es de la opinión de que siempre es mejor que una obra sugiera rechazo a que deje indiferente.
Todo aquel que comienza una obra  bien sea escrita o dibujada, en cierta manera desnuda su interior ante  aquel que la observe, y parte del arte estriba  en transformar la indiferencia en sentimiento.

*CUADRO: SABOR A JAZZ, AUTOR: PATXIPE