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viernes, 19 de febrero de 2016

LA SOMBRA DE LOS MONOS



Esa frase tan tontuna, egoísta y, en apariencia, inocente de “yo estuve allí”,  en los últimos tiempos ha encontrado un aliado, el teléfono móvil y sus selfies,  cuya mezcla  puede llevar a todo tipo de inconsciencias, como dar un paso atrás  buscando el mejor enfoque, y en su lugar encontrar la muerte, al caerse por un acantilado (que no es broma y ya ha pasado).


Pero las imágenes que nos han llegado estas últimas horas, en las que un hombre saca del agua a una cría de delfín de la especie "franciscanaen la playa de Santa Teresita, provincia de Buenos Aires (Argentina) (https://www.youtube.com/watch?v=0n_m39V6D7o), y comienza a pasar al pequeño cetáceo entre los turistas que se agruparon en torno a él con el objetivo de sacarse una foto con el aprendiz de delfín, es el absurdo más absurdo sembrado de sonrisas y de “yo primero”.


Viendo las imágenes posteriores del ya cadáver, es que no puede haber ningún tipo de malentendido, se ve perfectamente que es un bebé y la mezcla de egoísmo e inconsciencia siempre son una mezcla complicada, y en este caso letal.


Este vecino del mundo siempre ha tenido la teoría de que quien se saca una foto delante de tal o cual sitio, está preparando la historia de “cuando YO estuve allí”, y en realidad le importa muy poco lo que aquello supone, y mucho más el cierto estatus que le puede dar entre los suyos, o dicho de una manera mucho más desenfadada “el poder contar batallitas sobre aquel día”.


Los muchos “yo”, por otra parte, de esta playa se convirtieron por un momento en una auténtica jauría.


Este suceso ha removido recuerdos a este vecino del mundo que nunca había contado antes, y que en cierta manera cambiaron su concepción de la vida. Al ver, en su estreno,  “El planeta de los simios”, la versión buena, la de Franklin Schaffner de 1968, interpretada por un Charlton Heston inmenso (en cualquiera de las acepciones de la palabra), hay dos escenas que fueron realmente impactantes, teniendo en cuenta que por entonces, este vecino tendría unos trece años.


Una de ellas es que al aterrizar en aquel planeta, en ese momento de nombre desconocido, los astronautas supervivientes, creo recordar que eran tres, son atrapados por los monos, que adoptan claramente el rol de hombre, y habitan aquellos lugares, separando a los tres compañeros. Con el transcurso de la película, el astronauta negro que integra la expedición, vuelve a aparecer, pero esta vez ya disecado y como trofeo de caza. 


Ese cambio de perspectiva, de cazar a ser cazado, junto con la otra escena en la que se ve, creo recordar, una foto en la que un grupo de, no sé cómo definirlos exactamente, ¿niños-monos?, que están posando encima de un hombre cazado y, que queda claro, que es el final feliz de una cacería.


Desde aquel  momento, cada vez que veo escenas de caza, bien sea de la realeza, nobleza, millonarios, o que juegan a serlo, la sombra de aquellos monos, siempre sonrientes, no ha dejado de acompañarme, ni hoy tampoco.



Sin embargo, esta vez ha sido mucho peor, porque ningún adulto, o supuesto adulto, ha sido capaz de poner un poco de cordura, y los niños que se encontraban allí, han recibido una muy mala lección, además de la peor manera posible, de la mano de sus padres.

*FOTO: DE LA RED