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domingo, 2 de febrero de 2020

LA MARMOTA QUE NOS PERSIGUE



Me acabo de dar cuenta ahora mismo. Hoy es 2 de Febrero, el famoso día de la marmota. Y me visitan, así sin haber llamado antes, varios sentimientos contradictorios.

Ya han pasado un mes y un día, a modo de condena, de este año, y como hubiera dicho la madre que me parió, “sin haber vendido una escoba”.

A medida que te haces mayor, el tiempo en lugar de detenerse va cuesta abajo, y nunca mejor dicho, sin frenos.
Todavía parece que huele a fritanga de cualquiera de los ágapes navideños, pero ya estamos en febrero y seguro que si doblamos cualquier esquina, ya vemos en lontananza el color rojo de los corazones de San Valentín en cualquiera de sus formas y precios, siempre con un precio.

Sin embargo, volvamos a la idea del comienzo, el día de la marmota. Nos levantamos cada día y tenemos los mismos problemas, o nos crean los mismos problemas, o hablamos siempre de lo mismo. De una parte de los catalanes que siempre quieren hablar de “lo único”.  De las izquierdas, de las derechas, del centro, que nunca existió, pero que en época electoral todos los partidos están en ese lugar. De los equipos de fútbol. Que para que te hagan caso tiene que ser uno de los grandes, o que te están machacando todos los días en los medios de comunicación de que son grandes.

Ya nadie habla de los sueños pequeños, de los anhelos de cada uno, del perejil de cada día y de cada salsa.  Parece que todos tenemos que llevar un Ferran Adriá dentro, y nuestras ideas tienen que ser platos magistrales que dejen a los demás a la altura del betún. Porque es requisito indispensable dejar a los demás pequeños, siempre en diferente nivel.

Serán los años, los cumplidos y los que sé que no cumpliré, pero como el protagonista de aquella película, veo más factible, y además con ensueño dentro, aprender a tocar el piano, partiendo de cero, para una probable conquista a la que sé que veo todos los días y en las mismas circunstancias, que intentar cambiar al mundo, que en realidad es algo inabarcable y que nace y muere cada día, y del que, en realidad, además, solo oyes el eco, y no el origen de la opinión.

*FOTO: DE LA RED

domingo, 27 de enero de 2019

LOS HÉROES DE NUESTRO CUENTO


Domingo, de hecho último domingo de Enero. Bien pensado se podría decir que, este mes, en sí mismo, está diseñado para cerrar las puertas con el exterior, así en general, y no salir del bunker de tu hogar, de tu vida,  hasta bien comenzado Febrero, que además es un mes más bien "cortito", como si estuviera siempre en obras o algo así, para que cuando te des cuenta estés más fijándote en la primavera, y no en todo el invierno anterior.

Y es que este mes no nos ofrece más que tristezas este año, especialmente con un nombre, Julen, como tristeza de las tristezas, y su fatal desenlace. ¡Descanse en paz! 

Y mientras, nosotros, el españolito de a pie, imitándose a sí mismo, siendo los más listos, especialmente a toro pasado, los más honestos, pero que no nos pongan las cosas fáciles para trincar... que solo se equivocan los demás. Ni aprendemos de nuestros errores, ni aprenderemos jamás. Quizás, porque en nuestro ADN no está el concepto de "equivocarse". Y cada vez más, especialmente con las llamadas nuevas tecnologías, aplicamos los "cinco minutos de gloria" a cualquier cosa.

"El yo estaba allí", o "yo lo dije primero" rige nuestros días. Queremos ser los primeros en todo, eso sí, y una vez más recordar que sólo se equivocan los demás, que son tristemente imperfectos. Nosotros, los héroes de nuestro cuento, nunca nos equivocamos. Es más, no comprendemos como los demás tienen la mira tan pequeña.

*ILUSTRACIÓN: DE LA RED

martes, 13 de febrero de 2018

MIRANDO HACIA ATRÁS SIN IRA



Quizás sea porque uno que ya está vacunado por la experiencia de la vida, y solo tiene miedo así mismo porque lo demás, salvo excepciones, ya se ve venir, tras levantarme y aterrizar leyendo las principales noticias de ese día, o en realidad del día anterior, y dando una vuelta por Twitter, para no decir en plural eso de “redes sociales”, me doy cuenta al verlo como “Hashtag”, tendencia o etiqueta del día, de que es “Martes y trece.

Por un momento, y no va con coña, he creído que era 31 de Diciembre de hace muchos años, y que está noche íbamos a tener el show de la pareja de cómicos que nos visitaban todos los años en esa misma fecha. Pero, claro, inmediatamente me he dado cuenta de que entonces no había internet, ni mucho menos Twitter.

De todas maneras, me pregunto si hace falta avisar para estar alerta hoy por ejemplo, cuando cada día nos levantamos como si fuera, no el comienzo que suele ser más tranquilito, sino el final de una película de acción en su punto más movidito.

En nuestros días, y convendréis conmigo, no hay jornada que en algún aspecto alguien nos robe la cartera. Ya comenzando, quizás, con esa llamada al telefonillo del portal, que cuando te pones, resulta que es el cartero para dejar algo a … tu vecino. Hay 114 familias en un portal con tres escaleras, y no hay día que no te toque a ti, que tienes tu casa en un cuarto, y que prácticamente, salvo tu familia, esperemos que sea para bien, y Montoro, nadie sabe que vives, o en el peor de los casos, que sobrevives allí.

Y alguien, mucha gente si es “tendencia”, parece preocuparse de lo que pueda pasar un Martes 13. 

Existen muchísimas posibilidades de que tal como estamos en un país donde la actualidad diaria es más sorprendente que una película mezcla de Buñuel, Berlanga y Almodóvar, y donde el que gobierna solo espera que pasen los días sin el menor de los problemas, es perfectamente posible que ese día sea mejor que los anteriores. Quizás, porque llamen a tu puerta y alguien te abrace, creyendo tal vez que está un piso más arriba o más abajo, pero te abraza, y además no te quiere ni robar la cartera ni pegarte una enfermedad venérea. ¡Has tenido suerte, y disfrútalo!

Tras estos momentos de posible euforia, me ha dado por verme, en un improbable flash-back, en los comienzos de los sesenta, todavía muy niño, y en la orilla de la playa. Sobre la arena está escrito en letras grandes y húmedas, "13 de Febrero". Al mirar al mar, alguien ha escrito de alguna manera en letras tan blancas como la espuma de las olas, “14 de Febrero, San Valentín”. Y sabiendo todo lo que mi “amatxo” me ha dicho siempre de que no me meta en el agua sin haber hecho la digestión, ante tanto contraste, tengo el presentimiento de que me pueda pasar algo al cambiar de días con significados tan diferentes. Y … corro hacia la seguridad de mi toalla.

Hay algunos días que ante tanto sinsentido, uno huye hacia unos recuerdos metamorfoseados de una niñez en la que sí fue feliz.

*FOTO: DE LA RED


miércoles, 1 de febrero de 2017

SER MALA PERSONA ES UNA OPCIÓN MÁS



Está claro  que uno no se empieza a sentir mayor, porque todo es cuestión de sentimientos y de raciocinio, la primera vez que a uno le llaman "señor", ni por preguntarle la hora, ni por si tiene fuego, sino al ir comprobando lo rápido que pasa el tiempo, el sentir el déjà vu de las mismas circunstancias, de los mismos problemas..

Y…ya estamos en Febrero. Todavía no he acabado de hacer la lista de los célebres propósitos de año nuevo, y en mi familia ya se están preguntando cuándo es Carnavales, y La Nuri, mi sufrida, seguro que ya estará encargando algún regalo para San Valentín. Lo cual, en sí, está muy bien, yo también estoy en ello, lo admito, por aquello de que la ilusión continúe en el aire, como un buen ambientador que se precie.

Sin embargo, este vecino del mundo no sabe si está perdiendo reflejos, pero el vals con el que estamos siempre bailando, le da la sensación de que cada vez coge más velocidad, y uno no sabe si se va a lesionar o se va a marear, pero algo, seguro, que va a pasar; incluso, en los tiempos en que nos encontramos, de imposición en imposición, hasta que se prohíba bailar. Eso sí, siempre por nuestro bien, pero seguro que, además, nos hacen pagar hasta a los músicos.

Y es que ya no te dejan ni practicar los viejos hábitos de las quejas. Quejarse por llover, por ejemplo. Siempre ha sido sano, al menos como conversación de ascensor. Pero ahora ya no es admisible, porque llover, significará, así lo desveló el Señor Rajoy, que bajará el precio de la electricidad.

Uno ya tiene la sensación, más de una vez, con todo lo que observa, y muchas veces por la no reacción de los demás, como constatación de que ya tragan todo, que estamos en una broma pesada y que hay cámaras ocultas para convertir hasta la inoperancia, o incluso la insensatez, en negocio para unos cuantos.

Una de las últimas decepciones, si se le puede decir así, porque a ciencia cierta nada se puede garantizar, el papelón de “El hormiguero” como una especie de jarabe para que no nos dolieran las amígdalas por todo lo que querían que tragáramos, en una especie de reinvención de la historia de Isabel Pantoja.

Demostraron, Pablo Motos y los suyos, que por un momento televisivo, quizás, "El momento televisivo", se supone que puntero donde los haya, eran capaces no solo de cambiar el formato, sino de intentar tomarnos, primero por amnésicos, y luego, o a la vez, por tontos.

Previamente, este vecino del mundo, ya se había negado a ver el programa pero hubo algún momento en el que tuvo que sucumbir, pues La Nuri, mi sufrida, es mucho, y había tomada secuestrada la televisión hasta que terminara el programa. Y este vecino pudo comprobar que no fueron capaces ni de preguntarle por sus célebres salidas de tono como aquel: “Dientes, dientes, que es lo que les jode”, o el no menos recordado: “Cómprate una vida”, humillante de la forma y maneras que se lo dijo a la periodista destajista a la que le tocó por destinos de la vida. Y pintaron esas frases, hay que joderse, como "frases curiosas que la gente ha copiado". Lo que hay que hacer, presuntamente, para promocionar una gira y un disco.

Al oír eso, sinceramente, a este vecino del mundo le entraron unas ganas enormes de que de la misma manera le contaran “la otra visión que pudieran tener ellos de Hitler”, y con ello, en ningún momento la estoy comparando con él, sino de lo descabellado de la situación.

Este vecino del mundo, desde la azotea de sus sesenta años, cada vez va teniendo como seguras más cosas. Y hoy ya tiene dos más.
Una, la primera, es que nunca es bueno insultar a la gente, pero sí se puede, es cuestión de opiniones, catalogarlas como buenas, o malas, más que nada como “consumo personal”. Y desde hace mucho tiempo, este vecino del mundo tiene catalogada a Isabel Pantoja, como una “mala persona”, y no con la diplomacia actual diciendo eso de "personas tóxicas".


La otra, la segunda, es que al menos durante un tiempo este vecino va a dejar de ver “El hormiguero”, y si tuviera La otra Zarzuela, como ente que velara por sus intereses, lo haría público como “Cese temporal de la convivencia matrimonial entre este vecino del mundo y El Hormiguero”. Nos vamos a dar un tiempo, y el tiempo, siempre sabio, hablará. 

Si antes, prácticamente he comenzado diciendo “Y… ya estamos en Febrero”, ahora es más exacto decir “Y… todavía estamos en Febrero”.

*FOTO: DE LA RED