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sábado, 5 de abril de 2014

"KAMIKAZE" UN VEHÍCULO DE ALTA GAMA (...A ESTAS ALTURAS DE LA PELÍCULA)

“Kamikaze” es la primera película como director de Alex Pina, un hombre bregado en mil guiones para televisión, como “El barco”, “Los hombres de Paco”, “Los Serrano”, y productor también. Es compañero habitual en trabajos de la factoría de Daniel Écija (Globomedia).
En esta película, haciendo honor al título de la misma, el Señor Pina se la juega con una historia mezcla de mil géneros. En realidad, el secreto para pasárselo bien en ella, es pensar que estás montado en un automóvil de alta gama, sin cambios, y él solo te va llevando por todo tipo de situaciones, acción, amor, suspense, costumbrismo. Película de una factura impecable. Para sí la quisieran muchas películas americanas.
Slatan, el protagonista, nacido en Karadjistan, tiene que hacer explotar una bomba en un avión repleto de pasajeros durante el trayecto Moscú - Madrid. Sin embargo, una tormenta de nieve suspende el vuelo, y los pasajeros, y todos nosotros, seremos alojados en un hotel alejado de la civilización, en plena montaña, hasta que se pueda reanudar el viaje. La convivencia del terrorista durante varios días con sus, en teoría previsibles víctimas, le harán vivir mil situaciones muy alejadas de su vida habitual, y conocer otro tipo de sentimientos alejados del odio.
El reparto es impecable. Aunque casi se podría calificar a esta aventura cinematográfica como “película coral”, destaca un Alex García, que está que se sale, en la piel de un impresionante terrorista, haciéndonos olvidar su origen tinerfeño, con mil frases en ruso. Eduardo Blanco, argentino de pura cepa, como un desternillante y sentimental representante de zapatos de mujer, deja entrever su bregada carrera como actor teatral. Y comparte muchas escenas con Doña Carmen Machi, que una vez más deja huella con la maestría de su actuación. Del largo y variopinto elenco, no hay que olvidar tampoco a un Héctor Alterio en una clase magistral de humanidad. Este vecino deja para el final, para cerrar con un broche de oro, a Verónica Echegui que llena la pantalla con su sola presencia, repleta de candidez y sexualidad a un mismo tiempo. Sus personajes son siempre, opinión muy personal, más creíbles por su falta de dicción. Y el que no esté de acuerdo que vea las películas de Marlon Brando en su muy peculiar inglés, y que le ayudó a hacer más personales sus trabajos. Si el cine americano no la ha descubierto todavía, es que son miopes.
Película que, y este vecino está seguro de ello, como el buen vino, mejorará en el "ranking de películas más vistas" con el tiempo, porque en este momento el público solo se fija en “Ocho apellidos vascos”. Si el boca a boca es justo, que normalmente lo es, en cuestión de unas semanas llenará las salas, porque se lo merece, y mucho.

*FOTO: DE LA RED

jueves, 20 de marzo de 2014

EUZKADI TIENE UN COLOR ESPECIAL (...A ESTAS ALTURAS DE LA PELÍCULA)

Para no andarnos con rodeos, “Ocho apellidos vascos” va a ser, sin ninguna duda, la película española más vista de la temporada, y la de más recaudación en su primer fin de semana de la historia.
Se nos cuenta la odisea en Euzkadi, de un sevillano que lucha por conquistar a una joven a la que acaba de conocer por unas pocas horas en Sevilla
No es una gran película, y su guion no es redondo, pero todo eso, en realidad, a quién le importa. Sus guionistas, Borja Cobeaga y Diego San José siguen la estela de aquel programa en el que intervinieron muy activamente, “Vaya semanita”, y se ríen con nosotros (los vascos), de nosotros (los vascos).
Al comienzo de la película, los primeros acontecimientos, al menos en el caso de este vecino, le hacen acordarse de aquella vieja canción infantil, “Vamos a contar mentiras”, y entre mentira y mentira se sugieren, pues no se cuentan, grandes verdades.
Los bellos paisajes de Argoitia, el pueblo ficticio en el que se desarrolla la trama, en realidad equivaldrían a un parque temático del pueblo perfecto vasco, y servirían además de tarjeta de presentación de Euzkadi en cualquier feria turística. Argoitia, en el argot informático sería un copiar y pegar de varios paisajes de Zumaia, Getaria y Leitza.
Dani Rovira, en su debut cinematográfico, nos encandila con su inocencia y su amor arrebatador  por una joven vasca, lo que le hace dejar su hábitat sevillano para intentar su particular conquista en “las Vascongadas”.
Clara Lago, por momentos muy parca en expresiones,  interpreta a una joven vasca abertzale de manual, que quiere ocultar a toda costa sus sentimientos.
Y aunque los próximos “Goyas” todavía están muy lejanos, tanto Karra Elejalde como Carmen Machi, inconmensurables en sus respectivas interpretaciones, ya se presentan como serios candidatos al actor/actriz secundario. A destacar, por cierto, ese amor que se le escapa a borbotones, al personaje de Karra Elejalde, por su hija, tras esa caricatura de hombre duro y lejano. También es de destacar la breve intervención, pero muy diferente a todo lo que nos tiene acostumbrado, de Aitor Mazo, en el papel de cura vasco, de esos de los de toda la vida.
Emilio Martínez-Lázaro dirige con mano segura una película que no quiere que nos la tomemos en serio, por eso tanto los dos territorios, el Norte y el Sur, son tratados a modo de caricatura, pero con mucho cariño. A  destacar la apoteosis final a modo de “Cine de barrio”.
Con esta película se cumplirá también, lo que pasa con los grandes acontecimientos de la Historia, que siempre recordarás lo que estabas haciendo cuando ocurrió, y en este caso es reír y reír, sin ningún tipo de complejos.

*FOTO: DE LA RED