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martes, 24 de febrero de 2015

LA TIRANÍA DEL BALÓN, O EL CONCURSO ES MÍO Y HAGO CON ÉL LO QUE QUIERO


Uno siempre ha pensado, que cuando una empresa convoca un concurso, siempre predica con el ejemplo, y evita que tantos sus empleados como sus familias participen en él, para evitar todo tipo de malentendidos.

Telecinco, sin embargo, desde hace unos años no solo no evita convertir a colaboradores en concursantes, sino por los diversos ejemplos parece fomentarlo. A vuela pluma podemos recordar la participación de Belén Esteban en el concurso ¡Más que baile!, del que fue una ganadora más que controvertida, hasta el punto de que la organización tuvo que crear otro premio para la segunda clasificada, Edurne. Otra recordada participación es la de Rosa Benito en “Supervivientes” de la que también fue ganadora; las de Karmele Marchante, y  Lydia Lozano, ésta última en ¡Mira quién salta!; y la posible futura participación de Mila Ximénez en el próximo “Supervivientes”, hasta ahora no descartado por ella.

Siempre se ha dicho que la mujer del Cesar no solo debe ser honrada, sino parecerlo, y la cadena que alberga todo ésto en ningún momento se ha propuesto poner en práctica las buenas apariencias. Muy al contrario, parece que se siente bien con todo tipo de polémicas.

Todo lo anterior viene a cuento por las noticias que se han extendido como un reguero de pólvora en las últimas horas de que Telecinco está estudiando la suspensión de la emisión en directo de "GHVip" por internet, para supuestamente evitar que dichos contenidos sean utilizados como arma arrojadiza por quienes, desde redes sociales como Twitter, presuntamente organizan una continua campaña  contra su cadena, su programa estrella Sálvame, y amilanando presuntamente a los anunciantes que se promocionan en ese programa.

Las última campañas “tuiteras” “#boicotanunciantessalvame” y “#apagonsalvame” han preocupado y mucho a la citada cadena, y al parecer ha debido de contratar a una compañía de seguridad cibernética para estudiar un presunto “boicot para deteriorar la imagen de la compañía y de sus programas más exitosos”.

Visto desde fuera, da la impresión de que la citada cadena desde hace un tiempo se ha convertido en una especie de escultora de voluntades de los espectadores. No solo les importa que el espectador le vea sino que comulgue con sus ideas, ésto último claro está es opinión muy personal desde este mirador.

Este vecino del mundo, que siempre intenta ver las cosas con una cierta distancia, no puede permanecer sin dar su opinión ante maneras más apropiadas de un ámbito mafioso, que de unos simples colaboradores del programa, porque si te callas no es que ellos se crean más listos, sino que corres el riesgo de que te tomen por tonto.

Que Belén Esteban ganara un concurso de baile no puede quedar en  una mera anécdota, si cada dos por tres quiere que comulguemos con ruedas de molino intentando hacernos creer que ganó porque se lo merecía.  Habría que preguntarles a los coreógrafos de aquel concurso cuántas veces perdieron los nervios, y tuvieron que cambiar las coreografías para que en muchas ocasiones fuera el mismo bailarín profesional el que bailara casi todo en solitario, mientras llevaba a la Esteban en brazos, y así ahorrarle el aprender unos pasos y evitarle más momentos en los que confundirse.

Es posible que si se corta la emisión por internet, la cadena se evite el que el público ya no pueda presenciar la actuación de una concursante que en más de una ocasión ha cambiado el título de “Princesa del pueblo” por presuntamente Dictadora bananera honoris causa haciendo, entre otras cosas, que su representante tuviera que elegir entre ella y otra de las concursantes, Olvido Hormigos, a la que también representaba.

Cada uno es libre de comportarse como quiere o como pueda, tanto concursantes como organización y cadena, pero al final es el público el que tiene que opinar, y al parecer no solo se le intenta “confundir” en más de una ocasión (ahora, por casualidad, la gran mayoría de los colaboradores coinciden en fomentar la idea de que Belén Esteban llegue a la final, aunque luego no gane), sino que ahora se le quiere acortar su punto de vista del programa hasta una única mirilla que sería el cauce oficial, y naturalmente previa censura o "fotoshop" a quien quieran proteger, lo hagan o no.


Con el caso Telecinco, inevitablemente me acuerdo de aquellos años, a comienzos de los sesenta, cuando tras las clases íbamos a jugar al campo, y al final teníamos que jugar a fútbol de la manera que quería el propietario del balón, porque “el balón era  suyo y hacía con él lo que quería”. La pregunta es obvia: ¿Estamos dispuestos a soportar la tiranía del balón?

*FOTO: DE LA RED