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jueves, 30 de abril de 2015

UN PLUS EN CONTRA, O UN VASCO FUERA DE UNA PELÍCULA DE HUMOR



Antes de nada, este vecino sabe de antemano que puede que con lo que va a comentar hoy, muchos pensarán que “se va a meter en un jardín”, pero es honesto, al menos consigo mismo, al hacer lo que cree que es debido.

Hay palabras que por el uso o el abuso han quedado encadenadas para siempre. Decir “Móstoles”, y gracias a esos cómicos ya míticos, de “Martes y trece”, por siempre irá unido a las "empanadillas" y a “Encarna”.
Decir “Gila”, es acordarnos del teléfono, cuando el teléfono era un gran cacharro difícil de manejar, y de la guerra, una guerra cómica, de andar por casa.

Antes de los años sesenta, dicen, porque este vecino era muy pequeño, decir “vasco” era decir una persona seria y fiable cien por cien. Desde entonces la cosa cambió mucho y hasta hace pocos años, al menos, la figura del vasco ha sido maltratada entre todos los bandos. Porque se quiera o no, siempre se ha tratado de eso, incluso entre los mismos vascos. Y todavía no nos hemos podido quitar ese “sabor” a independencia, lucha, y muerte.

Hace  unos años se dio un pequeño paso, y este vecino no se refiere a la nota del cese de las actividades por parte de ETA, sino antes, cuando en ETB, la televisión autonómica, seguimos con siglas, primero con un programa pequeñito, "Vaya semanita",  que se fue haciendo cada vez más grande, y que se exportaba a las demás autonomías, dimos pruebas de que nos podíamos reír de nosotros mismos, y tratar de temas hasta entonces “sagrados”, que se  entienda bien, y prohibidos, por lejanos, al mundo del humor.

Lo de “Ocho apellidos vascos” parecía la consagración vía taquilla millonaria de un fenómeno de normalizar lo que debía de ser normal, pero con lo de Garitano, entrenador del Eibar, y sus declaraciones tras el partido con el Almería, volvemos a la cruda realidad.

Parece ser que solo fueron dos representantes de medios de comunicación, porque según se ha dicho luego, no eran ni periodistas, los que se sintieron molestos con las declaraciones en euskera, de las que luego se hubiera hecho en resumen, pero que ni dio tiempo a hacerlo.

¿Si te preguntan en euskera cómo respondes? Me parece lógico que en euskera, sino sería un desaire a dicho medio, cuando tú sabes hablarlo. Cuando juega el Barcelona por ejemplo, estamos cansados de ver que les preguntan en catalán y se responde en dicha lengua, y se hace un pequeño resumen en castellano.

Lo que ocurre, y en opinión de este vecino, es que el catalán, visto desde fuera, todavía se puede entender e intuir algo, pero el euskera no. Y lo dice con conocimiento de causa, este vecino,  que siendo vasco, no lo habla. Y todo lo que no se entiende está predispuesto a ser tomado con un aroma a sospecha.

El que mejor se portó en la rueda de prensa, fue el jefe de prensa del Almería que dio muestras de estar en su sitio y de decir lo que se tenía que decir.

De los dos representantes de medios de comunicación que dieron el cante, no se sabe si se los tragó la tierra, o la vergüenza de su salida de pata de banco les ha hecho transformarse en otros, y no darse a conocer nunca más.

Por lo demás el Señor Garitano, como debe de ser, está más preocupado por el trato que le están deparando los árbitros al Eibar, aunque como ayer, juegue en su casa con el Sevilla, que lo ocurrido en Almería.  Porque, desgraciadamente, ser vasco, y en muchos sitios todavía, es presentarse con un plus en contra. Lo de la "normalización", sí que es una película, más que "Ocho apellidos vascos".

*FOTO: DE LA RED


lunes, 25 de agosto de 2014

LOS FRIGORÍFICOS DE RAJOY

Que no se me olvide comprar otro frigorífico en cuanto pueda, ya que no me caben más “pins” con imanes, y he traído unos cuantos de las vacaciones. Por cierto, cada vez cuestan más, unos tres euros, aunque no hay tope fijo, depende de lo figurativo y complejo que sea. Cuando, en la tienda, me dijeron el precio de cada uno, acordándome del mejor Gila, le dije al dependiente: -¿Y si el imán lo pongo yo?
Me temo que en cualquier momento a más de uno se le va a caer la puerta del frigorífico por el peso de la colección de “pines”, y es que pronto se va a confundir el pin normal y corriente, por lo grande, con una escultura.
Estoy pensando, cuando compre el nuevo frigorífico, en poner un pin tamaño real de Rajoy pegado en la puerta, más que nada para asustarme cada vez que me quiera acercar a comer un piscolabis. Quizás, sin quererlo, he podido “inventar” un buen método de adelgazamiento. Y además ahora que está con su amiga, Ángela, la Merkel, si pongo un pin de los dos en el frigorífico, sale despavorido de la cocina hasta el bueno de “Afgano”, mi bichón frisé.
Por la foto que he visto, da la impresión de que en el paseo que dieron, Rajoy le estaba contando un chiste de Chiquito de la calzada, más que nada por los gestos. 
Y ahora en serio. Este vecino tiene entendido de que el Señor Rajoy solo habla castellano, es un decir, por eso al ver esas imágenes de la caminata, que dieron rememorando a todos esos españoles y alemanes que hacen el Camino de Santiago, el traductor puesto por Angela Merkel, que se supone que su lengua materna no es el castellano, se las tuvo que ver y desear para entender a la todavía cabeza del gobierno español.  
Por lo demás viendo el semblante de la canciller alemana, este vecino sigue sin saber si ella va o viene, si nos va ayudar o, si como siempre, se va a ayudar a ella misma, y a su país, cosa que en realidad debería de hacer todo político que se precie (aunque en España parece que solo se ayudan así mismos y a sus respectivos partidos). Y si , y es lo más importante, va a decir “Ja” (sí, en castellano) o va a decir muchos “Jas”, como síntoma de la carcajada de ver en un futuro al Señor Arias Cañete, por ejemplo, al frente de una cartera europea, que es una de las “apetencias” del dirigente español . Y es que hasta el foro europeo ha tenido que llegar la fama que tiene que tener un español, especialmente si es político, al ver una cartera: ¡Se queda con ella! Especialmente si lleva dinero. Eso, sin olvidar, que la sombra del presunto machismo, en el caso del Señor Arias Cañete, es alargada y ha llegado a toda Europa.
Por cierto, y ya para terminar, aunque a muchos políticos españoles les siente mal lo de decir que pertenecen a una casta separada del españolito de a pie, ellos mismos lo confirman en cada uno de sus movimientos. ¿Angela Merkel y Rajoy han hecho cola para ver al santo en Compostela? Me temo que no, y no es que andarían con prisas, que también, sino que la banda sonora iba a ser de gritos y pitos, y no de ángeles celestiales.
Y ahora que lo pienso, si Rajoy compra, o le regalan, un pin por cada viaje que hace…¿cuántos frigoríficos tendrá nuestro todavía presidente? Y eso, que el frío, en él, ya viene de serie. ¡En fin!

*FOTO: DE LA RED

jueves, 20 de marzo de 2014

EUZKADI TIENE UN COLOR ESPECIAL (...A ESTAS ALTURAS DE LA PELÍCULA)

Para no andarnos con rodeos, “Ocho apellidos vascos” va a ser, sin ninguna duda, la película española más vista de la temporada, y la de más recaudación en su primer fin de semana de la historia.
Se nos cuenta la odisea en Euzkadi, de un sevillano que lucha por conquistar a una joven a la que acaba de conocer por unas pocas horas en Sevilla
No es una gran película, y su guion no es redondo, pero todo eso, en realidad, a quién le importa. Sus guionistas, Borja Cobeaga y Diego San José siguen la estela de aquel programa en el que intervinieron muy activamente, “Vaya semanita”, y se ríen con nosotros (los vascos), de nosotros (los vascos).
Al comienzo de la película, los primeros acontecimientos, al menos en el caso de este vecino, le hacen acordarse de aquella vieja canción infantil, “Vamos a contar mentiras”, y entre mentira y mentira se sugieren, pues no se cuentan, grandes verdades.
Los bellos paisajes de Argoitia, el pueblo ficticio en el que se desarrolla la trama, en realidad equivaldrían a un parque temático del pueblo perfecto vasco, y servirían además de tarjeta de presentación de Euzkadi en cualquier feria turística. Argoitia, en el argot informático sería un copiar y pegar de varios paisajes de Zumaia, Getaria y Leitza.
Dani Rovira, en su debut cinematográfico, nos encandila con su inocencia y su amor arrebatador  por una joven vasca, lo que le hace dejar su hábitat sevillano para intentar su particular conquista en “las Vascongadas”.
Clara Lago, por momentos muy parca en expresiones,  interpreta a una joven vasca abertzale de manual, que quiere ocultar a toda costa sus sentimientos.
Y aunque los próximos “Goyas” todavía están muy lejanos, tanto Karra Elejalde como Carmen Machi, inconmensurables en sus respectivas interpretaciones, ya se presentan como serios candidatos al actor/actriz secundario. A destacar, por cierto, ese amor que se le escapa a borbotones, al personaje de Karra Elejalde, por su hija, tras esa caricatura de hombre duro y lejano. También es de destacar la breve intervención, pero muy diferente a todo lo que nos tiene acostumbrado, de Aitor Mazo, en el papel de cura vasco, de esos de los de toda la vida.
Emilio Martínez-Lázaro dirige con mano segura una película que no quiere que nos la tomemos en serio, por eso tanto los dos territorios, el Norte y el Sur, son tratados a modo de caricatura, pero con mucho cariño. A  destacar la apoteosis final a modo de “Cine de barrio”.
Con esta película se cumplirá también, lo que pasa con los grandes acontecimientos de la Historia, que siempre recordarás lo que estabas haciendo cuando ocurrió, y en este caso es reír y reír, sin ningún tipo de complejos.

*FOTO: DE LA RED