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domingo, 29 de septiembre de 2013

LA COMUNIDAD SE LLENA DE BRUJAS (...A ESTAS ALTURAS DE LA PELÍCULA)

Vaya por delante que a este vecino del mundo le gusta el cine de Álex de la Iglesia, por lo que tiene de diferente y “rompedor”, aunque esto último muchas veces sea literal, sin embargo sigue pensando, y el director vizcaíno se empeña en darle una y otra vez la razón, de que en su filmografia hay pocas cintas redondas.
Acabo de ver “Las brujas de Zugarramurdi”, y digamos que con muchos años de diferencia, me ha pasado lo mismo que cuando vi “El día de la bestia”.  Desde el primer fotograma se va formando una especie de bola de nieve, que va creciendo con cada escena, y al final en lugar de eclosionar en mil y un recursos cinematográficos formando una copiosa nevada armónica, se diluye como un mal vino de cava, ya que no conviene olvidar de que estamos hablando de cine español, y no hay nada más español que el cava.
La película funciona como partes, y no como un todo.  Si estamos hablando de cine como negocio, no se debe reclamar al salir de la sala, ya que el Señor De la Iglesia en eso siempre es espléndido, y se recibe más de lo que en teoría pudiéramos pensar.  Sin embargo, ya no sería necesario explicar, a estas alturas de la película, y nunca mejor dicho, tanto a Alex de la Iglesia como a su coguionista, Jorge Guerricaechevarría, que algo que distingue a un buen guion es la labor de limpieza y deshecho  de aquellos momentos que quizá funcionen en solitario, pero que como acumulación pueden llegar a cansar.
Aunque no tiene nada que ver la historia, ha habido momentos en  que la película me ha podido recordar  “El baile de los vampiros” de un todavía joven Polanski, aunque mientras aquella cinta rezumaba frescura y momentos memorables de buen cine, éste se queda en el intento.
La primera parte de la película,  hasta la llegada precisamente a Zugarramurdi, funciona como un chute de adrenalina en vena, sin embargo, luego, hay momentos sueltos disfrazados de  anuncio turístico para visitar  tierras vasco-navarras, especialmente en carnavales, arropado por un Baga, Biga, Higa que para los que lo desconocían se  les presentará como una especie de Carmina Burana pero con RH+.
Por la  costumbre de utilizar en muchas ocasiones mismos actores, lo cual no es ni bueno ni malo, en este caso mismas actrices, en algún momento se pudiera pensar que “La Comunidad” que estaba ubicada en un edificio madrileño se ha ido a vivir a Navarra, con unos improbables Segura y Areces travestidos en amonas, donde lo triste no es que la gente se ría con lo que dicen sino cómo lo dicen.
Una de las lecturas positivas de la película es la de que en el cine español hay buenos actores jóvenes, ya que de los de más edad se sabía, que no necesariamente juegan a ser galanes, sino que no     les importa mancharse incluso con escenas que pueden lindar       con el mal gusto.
Quizás para aquellos hombres que vayan a ver esta película, puede que posteriormente ya no miren de la misma manera a la mujer con la que conviven, aunque no hay problema porque es seguro que a ellas les ocurra lo mismo con el “varón” que les tocó en suerte, o en mala suerte.

*FOTO: DE LA RED