lunes, 24 de octubre de 2016

CHOCOLATE DEL LORO A LA DONOSTIARRA



El tema de hoy, por una vez netamente donostiarra, aunque sin duda ocurrirá en muchos lugares, no lo hubiera querido tocar nunca, y cuando lo comprendáis entenderéis perfectamente la elección de la palabra "tocar" precisamente. Lo he ido postergando de un mes para otro, dando una especie de oportunidad  a la vida, por si cambiaba la situación, pero visto lo visto, habrá que tomar cartas en el asunto.


Tras más de treinta años de tener una estación de autobuses PROVISIONAL, por fin desde primeros de año podemos “lucir” en Donosti, unas instalaciones, como es debido. ¿Como es debido? No diría yo tanto, y sin volver a la opinión que di la primera vez que vi las instalaciones, y que ya expuse en este blog (http://patxipe.blogspot.com.es/2016/02/estacion-espacial-donosti.html) de que la estación era pequeña, ya a corto plazo, por supuesto según la humilde opinión de este vecino del mundo.


El fin de dilatar, como dicho al principio, esta queja era por si las autoridades competentes se daban cuenta, pero al parecer o no tienen necesidades fisiológicas al ir a tomar un autobús, o directamente no necesitan ir a la estación de autobuses, o incluso, pudiera ser, tienen un servicio especial para traseros VIP.


El caso es que si por una de esas casualidades le da esa, digamos, llamada salvaje de la naturaleza, un apretón, y necesita “evacuar”, se encontrará con una desagradable, muy desagradable, sorpresa. El papel higiénico esta diseñado en ¿cómodas? tiras, porque no llega a hojas, de 11x17 cm. Haga la prueba y verá. O es una sílfide, y tiene el pulso de un cirujano, o lo que me temo: defecará doblemente, la segunda metafóricamente, sobre la empresa encargada del mantenimiento, en un ahorrarse, lo que viene a ser el famoso chocolate del loro.


Una de las veces, este vecino del mundo, se lo dijo directamente al que estaba limpiando los lavabos, pero me respondió que él utiliza lo que le dan. Y en el aire quedó un mudo “y que a vosotros os den también”.



Es una vergüenza que una ciudad que se vende al exterior para tener turismo de lujo, y cuyos habitantes tienen que soportar en carne propia durante todo el año esos precios, además nos tengamos que “manchar”, tristemente es literal, porque al parecer, es la única explicación que le puedo dar, y es que los traseros de lujo no visitan esa zona. 


No hará falta recordar, que en más de un momento me he acordado de esa célebre frase "El día que la mierda tenga algún valor, los pobres nacerán sin ... trasero" Al menos en Donosti nos ahorraríamos el problema en los cuartos de baño de la estación de autobuses...


Ni que decir tiene que algunas veces, muchas, el tema logístico, no va ligado a la lógica.


*FOTO: DE LA RED

P.S.: Tras mandar el post a varias instancias del ayuntamiento, y algún seguimiento esporádico en la mismísima estación de autobuses, por fin  el  28.11.16. este vecino comprueba felizmente que el modelo de papel higiénico, ya es continuo. Y aunque está marcado con puntos a la misma distancia que el anterior, el actual permite poder cortarlo en tiras más largas. Eso sí, la calidad del papel sigue siendo horrible en consistencia. 
Es lo que se suele denominar como: "victoria pírrica".



3 comentarios:

  1. ¡Hola Patxipe!De acuerdo, el papel higiénico es el chocolaye del loro, que por otra parte se dilapida en el sicodélico modelo de botones del ascensor. La veces que he viajado en poco menos de un año, jamás he conseguido salir del ascensor al primer intento. Puedes hacer un par de viajes por lo menos en el intento de acceder a la calle. O sea, gastas mucho más que en papel higiénico, mucho más barato que la electricidad.Con lo fácil que sería poner un letrero con la inscripción "Salida"...

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  2. Y desde luego, la estación es pequeña y las taquillas,dos, y con un solo empleado de los tres que caben, hechas para gente joven que tienen la salud suficiente para hacer colas de más de media hora. Ni te cuento si tienes que coger el autobús en el momento... te puede dar un patatús. Una chapuza en todos los sentidos.

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