miércoles, 5 de noviembre de 2014

TERESA, UN PRECIOSO CUENTO SOBRE LAS GANAS DE VIVIR

La verdad es que se me ha colado de rondón, me refiero a la comparecencia ante las cámaras de Teresa Romero, la primera contagiada de ébola en España.
Estaba delante del televisor poco antes de las dos del mediodía o de la tarde, según se mire, una hora que últimamente puede resultar incendiaria en vista a los informativos que suele haber en algunas cadenas privadas y que es mejor verlas sin ningún fuego cercano para que nada pueda prender esa mecha de realidad, injusticias y corrupción a borbotones que entran un día sí y el otro también. Hoy ha sido como ver la otra cara de la misma  moneda de realidad injusta.
Hasta ahora “eso del ébola”, tristemente nos caía un poco lejos a los que estamos fuera de África. Con Teresa parece que es como si al ébola le hubiéramos dado un carnet de identidad europeo.
Una de las primeras consecuencias de la comparecencia de Teresa es el comprender, porque saber lo sabíamos aunque no fuéramos conscientes de ello, de que las cifras de las estadísticas siempre pertenecen a alguien, tiene nombre y apellido, e incluso una familia. La estadística es el plato frío de una situación candente.
Teresa Romero es la prueba fehaciente de que los superhéroes también están con nosotros y que no tienen por qué vestirse con modelos estrambóticos, una simple bata blanca puede bastar. Ella eligió ayudar a los dos enfermos de ébola traídos a España, por el mero hecho de ayudar, y la incompetencia de alguno junto con quizás algunos factores casuales que confluyeron en un momento y lugar, casi le cuestan la vida.
Teresa Romero ha salido del hospital este miércoles después de casi un mes en el que ha luchado y se ha curado del ébola. Un gran contraste entre esa aparente fragilidad que a este vecino del mundo le ha cautivado desde un primer momento y esas ganas de vivir que quizás le han salvado la vida.
Según las  propias palabras de Teresa Romero, espera que su contagio pueda servir para "algo", para que se estudie mejor la enfermedad y se encuentre una vacuna, ya que se ha ofrecido a donar su sangre: "Si mi sangre sirve para curar a otras personas, aquí estoy hasta quedarme seca”. Ni el mejor orador podría haber sido más claro.
Teresa ha confesado que no sabe lo que falló para que se contagiara con el virus, ni si realmente hubo fallos. Sin embargo ha querido dejar muy claro que, no guarda "rencor".
Acto seguido ha querido recalcar que a partir de ahora serán sus abogados quienes hablen por ella. 
Todos los amantes de los animales, entre los que este vecino se incluye, estábamos recordando su perro, que sin dudarlo un momento “el sistema” prescindió de él. A ese respecto ha sido el marido de Teresa el que ha hablado, aclarando que la emoción hubiera impedido que ella pudiera hablar de Excálibur. Y Javier Limón, su marido, ha recordado a su mascota como "Nuestro querido perro Excálibur, al que considerábamos personalmente como el hijo que nunca tuvimos. Los que tienen mascotas me entenderánExcalibur fue ejecutado sin darnos si siquiera la oportunidad de alegar". Además ha lamentado que se haya perdido la oportunidad científica de ver el desarrollo de la enfermedad en los animales, y que ni siquiera se comprobó que Excalibur tuviera el virus antes de decidir sacrificarlo.
Durante la comparecencia de Teresa, al menos en opinión de este vecino, ha revoloteado constantemente una sombra a la que precisamente por no referirse a ella, ha adquirido más importancia, y que está claro que serán los abogados los que la mencionarán: la figura del Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Javier Rodriguez. Seguro que el Señor Rodriguez no ha perdido ripio de la citada comparecencia mientras ponía sus barbas a remojar, ya que tiene que ser consciente, aunque no lo quiera admitir, que sus actos no deben de quedar sin consecuencias para él.
Bien pensado, todo lo ocurrido en el caso de Teresa Romero tiene la estructura de un cuento clásico, en el que una indefensa mujer, tras muchas vicisitudes, que pueden ser contadas con todo tipo de aspavientos, consigue acabar con el malo de turno. 
Aunque tengo muchas dudas, de si el malo es el virus o el citado consejero de sanidad.

*FOTO: DE LA RED

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