lunes, 29 de julio de 2013

LA CHINA DEL CHOCOLATE

Hoy se cumple una semana que este vecino del mundo lleva en Torrevieja, y si debiera elegir una imagen en concreto que en cierta manera le ha impactado en estos siete días, como heredero de la época y películas del landismo, debiera elegir algún cuerpo rubio escultural que se deja ver, y sino también, en la orilla de la playa, y que crea el efecto imán de miradas disimuladas en momentos robados. Sin embargo, la imagen elegida es una presenciada esta mañana sobre las diez al salir de la playa, tras un baño frío, y con muy poca gente alrededor.
Al lado de la denominada, como ya comenté en otro artículo anterior, Playa de los locos, todas las mañanas “aparca”, me imagino que ya se me entiende, una churrería, que está hasta las dos más o menos, vendiendo: churros, porras, chocolate... Los turistas, uno detrás de otro, pacientemente hacen su cola, y en el momento que he pasado esta mañana, la siguiente en ser atendida era una señora china, de unos cincuenta años. No he podido oír todo lo que pedía, pero lo que fuera, ella tenía muy claro que tenía que ser “con chocolate muy caliente”.
Teniendo en cuenta el estereotipo que tenemos creado sobre los chinos, me la he imaginado con mucha dependencia de la familia, por lo que nada más comprar los churros con chocolate, los habrá llevado a su familia, para diseccionarlos, y luego intentar hacer y venderlos más baratos. Por lo que en cualquier momento nos podremos encontrar aunque suene extraño y confuso, un cartel que diga “hay “chulos” calientes”.
Al margen de bromas, ese tipo de imágenes demuestran la integración de personas de otras culturas abrazando la que han encontrado en el país elegido para vivir, porque este vecino del mundo nunca entenderá, y sin intención de señalar, a todos aquellos que luchan por sus costumbres y creencias religiosas en el país que por diversas circunstancias, han elegido para vivir, y cuando tu vas al suyo, no te dan opción de elegir y, como se dice en mi pueblo, de gran sabiduría por cierto, o pasas por el aro, o pasas por el aro. Y es que los libros, para aquellos que se basen en ellos, sean sagrados o no, en realidad pasa como en el caso comentado de los churros-chulos, y dicen lo que tu quieras o te convenga entender.

*FOTO: DE LA RED


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