viernes, 1 de marzo de 2013

LA VIDA COMO LIBRO


Cada persona somos una especie de libro en la biblioteca de la vida, libros que se van imprimiendo sobre la marcha. Ediciones únicas, en las que algunos volúmenes se solapan con otros. Libros pesados, libros que antes de empezar terminan.
Ayer estaba con unos amigos, bueno, la mayoría en realidad amigas, de esas personas con las que compartes inquietudes por haberlas conocido en un blog, cuando una voz fuerte y jovial me trajo ecos del pasado.
Fue un encuentro breve, apenas cinco minutos, pero intenso. La verdad es que me alegré mucho de verle, y eso que el árbol que nos unió, de cuyo tronco fuimos durante un tiempo, quizás más del deseado, ramas que se agitaban al ritmo que marcaba el jefe de la empresa, nos dejó más penas que glorias, y en nuestra corteza quedarán recuerdos grabados con el filo de los años.
Normalmente cuando te encuentras con alguien del pasado, en lo primero que te fijas es en el físico, y los estragos que causa el paso del tiempo, y consiguientemente tan cambiado como le has encontrado a él, sabes que en un cariz muy parecido él opinara de ti.
Sin embargo, esta persona no es que ha sobrevivido al naufragio del tiempo, sino que ha debido de firmar un pacto con el diablo del calendario, porque se encuentra mejor que antes, y que conste que en cuanto al sexo será en lo único que no soy dudoso, porque por lo demás este vecino es una interrogación con patas, y eso al menos en la opinión del que escribe este comentario, no es malo, pues estás siempre abierto a todo, y con las antenas de captar detalles preparadas.
La vida considerada como libro merece mil lecturas, y en esos estudios hay personajes que pueden ganar o perder con los años, y teniendo en cuenta las circunstancias de la empresa que nos unió, y que en su filosofía imperaba el “divide y vencerás”, ahora y visto lo visto, es una persona con la que merece la pena reencontrarse, para intercambiar comentarios, y en cierta manera conocerle mejor. Y es que no es lo mismo compartir espacio que sensaciones.
Como estoy seguro de que me estarás leyendo, y como nuestro encuentro fue tan rápido, aprovecho esta atalaya para decirte que espero que los recovecos de la vida nos den otra oportunidad para hablar más tranquilamente.
Para aquellos malpensados que crean haber asistido a una clase magistral de peloteo, alguien dijo una vez que todo encuentro casual es una cita, y por eso lo he “cita-do”, ya que en esta ventana el no hablar de algo, en realidad es olvidar.

*FOTO: DE LA RED

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