viernes, 8 de marzo de 2013

LA TORTA Y SU MOMENTO


Llevamos un tiempo en el que somos testigos de tantos acontecimientos, cada cual más inesperado que el anterior, que nuestro concepto de medir lo que es normal cada vez está más alto, y se relaja en más momentos. Debe ser éste el motivo por el que estos días se ha colado de rondón una noticia que ha pasado desapercibida.
La Agencia Efe con fecha de 6 de Marzo, en Madrid, saca a la luz que un centenar de jóvenes seguidores del joven artista canadiense Justin Bieber aguardan ya ante el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid para ver a su ídolo en el concierto que ofrecerá el próximo 14 de marzo en la capital.
Y en el resto de la noticia, se añaden dos perlas más, como son que el primero llegó a la cola el 28 de Febrero, y que prácticamente todos ellos tienen entrada de PISTA PREMIUM que les costó más de cien euros y que les asegura una de las primeras filas.
Ante esta noticia este vecino, que de la sorpresa casi se cae de su atalaya, recuerda a esos padres que dicen que la relación con sus hijos no es de autoridad sino la de “colegas”, e intentan entenderles desde su punto de vista, mientras que a la otra parte le trae al pairo lo que pienses sus “viejos”.
También aparecen por la mente del vecino esos padres que solo oyendo la versión de sus hijos, hacen frente a su profesor por un castigo o reprimenda que creen que es injusto, pero que ya solo con su reacción se descalifican ellos mismos.
Lo triste de la noticia no es solo el acontecimiento en sí, sino la falta de reacción de la sociedad en general, y ante el supuesto de quien calla otorga, podemos hacer la lectura de que a nadie le extrañe que con motivo de una actuación de sea quien sea, la gente se pase dos semanas esperando que caiga el maná prometido.
Pronto se dará el caso de que cada recinto susceptible de recibir actuaciones, en lugar de un monumento asociado al recinto, tendrá un número de personas haciendo cola permanente, y de acuerdo con el número de personas, así será de importante el edificio y los acontecimientos que en él se celebren. Y lo mismo que hay hoteles de cinco estrellas, habrá actuaciones con cien personas esperando un mes.
Lo triste no es que aquellos barros trajeron estos lodos, sino que ya los hemos tragado, y no le damos importancia. Este vecino siempre pensará, aunque sabe que no es lo políticamente correcto, que una torta bien dada en un momento determinado, puede ahorrar más de un problema.

*FOTO: DE LA RED

No hay comentarios:

Publicar un comentario