sábado, 23 de febrero de 2013

LA VIDA ENTRE FOGONES


Hoy me he despertado con las declaraciones de un Juan Mari Arzak, que en un tono de “diva de los fogones” del que en realidad él siempre ha huido, dice: “No voy a retirarme, yo quiero terminar en una mesa de cocina.”
Vaya por delante, y con el ánimo de espantar las dudas, que el Señor Arzak es una de esas personas que a este vecino del mundo siempre le han producido ternura y mucho respeto. La ternura se siente o no, y este vecino ni puede ni quiere reprimirla, y el respeto se consigue como consecuencia de toda su trayectoria.
De todas maneras las citadas palabras son más, este vecino quiere pensar, una pose a tenor del homenaje que ha recibido por parte de la Escuela Superior de Hostelería y Turismo de Madrid, centro en el que estudió en su quinta promoción.
A este vecino nunca le han gustado ese tipo de declaraciones, sobre todo se dan en el mundo del teatro, en el que actores de los de toda la vida, en el que como en este caso, después de un homenaje, y en un tono dramático quizás remedando a los clásicos, parece que quieren ponerse el mundo por montera.
Aquí podría haber un juego de egoísmos, en primer lugar por parte del público en el teatro, y del comensal en un restaurante, “exigiendo” la vida entera de su ídolo, y por parte de la “estrella” en cuestión, paseando sus vergüenzas en la última fase de su vida.
Como consecuencia de que la vida va forjando un carácter y una manera de pensar, este vecino que sabe que es un malpensado, y ni puede ni quiere cambiar, cuando una “diva”, y en este caso en realidad no se refiere al gran chef donostiarra, hace este tipo de declaraciones es porque la vida le ha ido muy bien, y en realidad no quiere dejar su negocio ni con agua hirviendo.
Siempre le han parecido excesivas y chirriantes declaraciones de algún colega del de Donosti, diciendo que él lo único que persigue es hacer feliz a la gente mediante el estomago, y lo que no te dice es que tiene en sus fogones a gente que viene de todas las partes del mundo, y no solo no cobran sino que pagan por aprender. A eso en el pueblo del vecino se le llama hacer negocio redondo.
De todas maneras, y si el fin principal de una persona verdaderamente es hacer felices a los demás, lo que debería de hacer es dedicarse en cuerpo y alma a alguna actividad por el bien social, o incluso crear una nueva O.N.G. y no sufrir entre fogones.

*FOTO: DE LA RED

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