sábado, 9 de febrero de 2013

FORRADO SIN SER UN LIBRO


La experiencia nos recuerda un día sí y el otro también, que para salir a la calle, en la misma rutina diaria, hace falta hacer calentamiento como si fueras un atleta de alta competición, para que cuando menos te lo esperas tengas que utilizar la cintura, como un boxeador profesional, intentando evitar los golpes que te lanza el contrario, muchas veces disfrazado, sobre todo ahora que estamos en plenos carnavales, de vecino feliz.
Esta mañana he sentido ese instinto, que luego siempre falla pero al que hay que hacer caso, de que me iba a tocar el gordo de la primitiva, si jugaba claro, y a eso he entrado en mi administración de cabecera, que como el médico para la salud, la utilizo cuando estoy flojo de ilusiones.
Estaba atendiendo la mismísima administradora titular, por decirlo de alguna manera, una mujer rondando los cuarenta, que desde mi punto de vista, claro, es muy joven. Delante mío, y como primeros de la fila, estaba un matrimonio bastante mayorcito, y el señor, que es quien llevaba los boletos, con algún problema que otro para moverse.
La administradora, por lo que les decía les debía conocer muy bien, y lo primero que ha dicho es que al señor le encantaba oír la radio, por lo que automáticamente ya he simpatizado con él, y lo segundo, que en realidad no tenía nada que ver con lo anterior, es “tu estás forrado”, y el señor demostrando que ya había salido a la calle con el calentamiento mencionado anteriormente, le ha respondido “sí, forrado de años”.
La verdad es que decir eso siempre está mal, pero que se lo diga precisamente alguien que en realidad comercia con los sueños de los demás, y que en esta época de crisis, está demostrado que de lo único que no se apea el sufrido currito es de llamar a la suerte, está doblemente mal.
La misma administradora, por la cara que ha puesto, al recibir la respuesta sobre los años, se ha dado cuenta de que se ha pasado, pero eso ya era tarde. Muchas veces, especialmente cuando desempeñas un cargo de cara al público, es mejor no ser demasiado “simpático”, especialmente si conoces a la gente, o crees conocer, que vaya usted a saber.
Lo mismo que alguien no te comenta su cuenta corriente, tampoco te informa de los gastos o de sus problemas, que muchas veces van unidos, y hablar de eso, en público, aparte de que es de mala educación, es hablar de oído, y siempre se corre el riesgo de desafinar como ha sido el momento que nos ocupa.
Algunas veces intentar ser simpático, se confunde con meter el dedo en el ojo.

*FOTO: DE LA RED

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