lunes, 28 de enero de 2013

EL MUNDO SEGÚN PICHA


Es de todos conocida la gracia gaditana, y este vecino del mundo tiene un amigo, al que desde hace mucho tiempo que no ha visto por cierto, al que por razones obvias llamamos “Picha”, eso sí suavizando la “ch” para intentar alejarnos de otro significado de la misma palabra.
Este amigo gaditano muy culto él a su manera, más de una vez hablaba de un filósofo, un tal Kiko, como decía él, “Kiko por aquí, Kiko por allá”, hasta que un día este vecino se puso a investigar un poco, y se dio cuenta de que el citado Kiko no era otro más que el filósofo danés Kierkegaard. Pues bien, este gran danés, y dicho sin coña, dijo que “La vida sólo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero ha de ser vivida mirando hacia adelante”.
Ahora se oye mucho eso de que “para atrás, ni para coger carrerilla”, y este vecino no está muy de acuerdo.
No hay que anclarse en el pasado, porque entonces nuestra nave no se mueve, pero sí recordarlo para ver toda nuestra trayectoria, y ver de dónde venimos, y hacia dónde vamos.
Ahora es muy frecuente, especialmente entre la gente famosilla de este país, hablar solo de su presente con respecto a su trabajo, y no dan muchas pistas sobre empresas anteriores en las que han trabajado. Se confunde muy frecuentemente, entre dar publicidad y ser agradecidos, porque si ahora estás, por ejemplo, trabajando en un medio de comunicación, en realidad no has nacido allí, tienes un pasado y es más que probable que por ese pasado precisamente te haya fichado la empresa en la que estás ahora.
Es típica la escena de cine negro en la que a alguien se le pone dinero delante para que recuerde algo. Aquí en España, el dinero muchas veces logra lo contrario, olvidarse de un pasado del que, quieras o no, vienes.
Mi amigo Picha, también me dijo una vez, citando a no se quién, que “Tratar de olvidar a alguien, es querer recordarlo para siempre”, y si nosotros mismos ponemos barreras a nuestros recuerdos, barreras que además tienen un precio, quizás haya gente que llegue a la conclusión de que no debemos ser dignos de confianza, y lo más triste es que quizás no se confundan.

*FOTO: DE LA RED

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