viernes, 30 de noviembre de 2012

PODER TOCAR EL GÉNERO


Algunas veces uno tiene la sensación de ser un bicho raro al comprobar que no ha hecho cosas que al parecer otras personas hacen normalmente, y de haber vivido, en ese caso, una vida de lo más anodina.
Esa es la sensación que le ha invadido a este vecino del mundo al enterarse de lo presuntamente ocurrido entre los estudiantes del campus de la Universidad de Deusto en Bilbao, donde presuntamente, han sido pirateados miles de archivos de sus móviles y portátiles.
Al parecer, y según se comenta, quien más quien menos llevaba archivos íntimos, que al publicarse harían sonrojarse hasta a la mismísima Emmanuelle, el personaje cinematográfico.
En mi juventud, donde todavía no existían los teléfonos móviles, nadie hubiera osado a sacarse fotos íntimas, por aquello de tener que llevarlas a las tiendas de revelado. Ahora ese proceso no es necesario, y cambia mucho el escenario, pero me niego a pensar que los chicos y las chicas de ahora hagan competiciones de quien la tiene más grande o frondosa, o “mira lo que te está esperando, cariño”.
De todas las maneras algo muy raro ha ocurrido en el caso que nos atañe, pues nadie al menos confiesa ser uno de los sujetos que aparecen en los archivos sacados a la luz pública, por lo que en cualquier momento se pudiera decir que esas fotos provienen de algún otro lugar.
Como todo esto de los teléfonos móviles e internet en realidad no lleva mucho tiempo realmente, todavía estamos en mantillas en lo que a sufrir las consecuencias de ser pirateados, y no queremos pensar que de la intimidad, a ser observado por millones de personas, hay un paso muy estrecho.
Hay máximas, sin embargo, que han servido siempre y seguirán sirviendo en la era digital, o en cualquier otra que pudiera venir, como esa que nos aconsejaba nuestra madre desde muy pequeños, de que “si no quieres que trascienda un secreto, no se lo digas a nadie”. Y todo dispositivo móvil, incluidos los ordenadores sean de sobremesa o portátiles, han demostrado hace mucho tiempo ser “amigos” no muy seguros, o de lengua muy larga.
Visto lo visto, queda patente que si queremos que alguien nos vea nuestros más rizados secretos, es mejor que esté presente a que se lo comenten las nuevas tecnologías, además de esta manera siempre existe la posibilidad de poder tocar el género, y nunca mejor dicho.

*FOTO: DE LA RED

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