martes, 9 de octubre de 2012

UNA SOCIEDAD 2.0

Cuando compruebas, por todos los datos que recibimos, que la cosa está tan mal, que llegar a fin de mes es una entelequia, que la que-está-cayendo no para de caer y ya hasta nos hemos acostumbrado, este vecino del mundo se pregunta, si esos señores con corbata que no saben cuánto cuesta un café, pero en cambio juegan con cifras macro-económicas, realmente nos representan. O dicho de otro modo, ¿nos merecemos la clase política que tenemos?
Desde esta atalaya donde me paso horas enteras observando por la ventana de marras, he llegado a la conclusión de que sí, porque en realidad estamos a años luz de iniciar una revolución, y nos conformamos con lo que hay en el mercado de los políticos, y cuando pulsan nuestra opinión en época electoral es más de lo mismo.
Todo político debe estar siempre en situación de alarma, cuidando su lenguaje y su comportamiento, muchas veces intentando domar a ese monstruo que todos llevamos dentro, y que quizás se escape durante cinco segundos, y haga que “se nos vea el plumero”.
Cuando un político, como un ordenador, está en modo ahorro de energía, y en un momento dado se le pulsa una tecla, puede que durante unas décimas de segundo se desmadre, y te diga una lindeza como “las leyes son como las mujeres, están para violarlas”, y luego vendrán las explicaciones: “ha sido un malentendido...está fuera de contexto...precisamente es lo contrario de lo que he querido decir”, pero la verdad es que ésto no hubiera debido ocurrir nunca, porque esa instrucción nunca debiera haber estado en el software de esta aplicación para políticos de pacotilla. Y lo triste es eso, que los políticos de pacotilla son para el pueblo de pacotilla. Y se deberían de inventar antivirus a aplicar no solo a políticos, sino al pueblo que lo elige, porque el político en su fase más inocente, en la de niño, es del pueblo, y para el pueblo, y casi sin darnos cuenta va aprendiendo unos “tics” que algunas veces se escapan en los cinco segundos tontos, que desgraciadamente todos tenemos, y nos dejan con el culo de nuestras costumbres al aire.
Lo dicho, se debería ir cambiando el software nuestro, de nuestra sociedad, para obtener una sociedad 2.0, de la que provengan luego políticos 2.0. Sin embargo, como este vecino del mundo se las conoce todas, lo dicho no quiere decir el reconocimiento de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, porque al menos en mi caso, y en el de muchos, eso no es verdad.

*DIBUJO: DE LA RED

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