sábado, 25 de agosto de 2012

EL DÍA DE TXIKI

Para aquel que todavía pueda dudar, aclararé que este vecino del mundo, nunca escribe con la cabeza, sino siempre con el corazón, y hoy me pide que hable del pueblo en el que nací, Elgoibar, pues no me gusta decir eso de “mi pueblo”, ya que no me pertenece, aunque lo lleve siempre presente.
Para todas aquellas personas que me leen desde el extranjero, diré que Elgoibar es un pueblo de unos once mil habitantes en la provincia de Guipúzcoa, en el País Vasco, y que como motor de su economía tiene la máquina herramienta como principal puntal.
Las fiestas patronales se celebran el 24 de agosto, en honor de San Bartolomé, pero todo elgoibarrés que se precié lleva marcado en su ADN el día de hoy, San Bartolome txiki.
No importa donde me encuentre el 25 de agosto, siempre me acuerdo de Elgoibar y de mi cuadrilla; de esa diana a primera hora de la mañana que anuncia uno de los actos más queridos por todos nosotros, que no es otro que la sokamuturra, o toro encordado. Puede que este acto ya no sea políticamente correcto, pero para un elgoibarrés quitarle ésto sería como celebrar unas olimpiadas sin llama olímpica.
Tras este acto, ya comienza la charanga a tocar y se organiza un pasacalles multitudinario en el que al final, más allá de las dos de la tarde, quien más o quien menos lleva tatuada en la piel agua, vino, uvas y todo aquello que se tiran unos a otros, y desde las ventanas al paso del gentío.
Sin embargo, este vecino del mundo siempre llevará en su corazón, un acto que se dejó de celebrar hace muchísimos años, y que recuerda más o menos haberlo contemplado hasta los diez u once años, y se refiere a lo que se denominaba como “escalatorres”.
Todos los años, el día de San Bartolomé, a las doce del mediodía, un hombre vestido con el traje típico (camisa y pantalón blancos, y pañuelo y gerriko rojos), escalaba la fachada de la torre valiéndose solamente de las manos y los pies. Hay que añadir a todo esto, que llevaba los ojos vendados.
Durante el acto, creo recordar que duraba una media hora, la plaza del pueblo, abarrotada para la ocasión, estaba en el más profundo de los silencios.
Todo terminaba cuando el escalatorres llegaba a la veleta, y desde su base colgaba una gran cuerda por la que se deslizaba hasta la base del edificio, donde le esperaba la muchedumbre.
Ya para terminar, quiero desear un muy feliz día de txiki a todos mis paisanos, y para aquellos que no conocen este bonito pueblo, el decirles que si en algún momento deciden hacernos una visita, no quedarán defraudados por su verde paisaje y lo afables de sus gentes.

NOTA: Un amigo y lector asiduo del blog me ha informado de que este año por caer en sábado, y ser a su vez día de feria, se ha pasado el día de txiki al próximo lunes, por lo que, y mirándolo bien, aún hay tiempo para que muchos seguidores del blog preparen una visita a Elgóibar en ese día, no se arrepentirán.

*FOTO: DE LA RED

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