viernes, 13 de julio de 2012

UN LICÁNTROPO INSUMISO

Algunas veces un pequeño accidente, algo que no estaba previsto, te ocurre, y al principio, quizás, no le das importancia, pero luego vas pensando el por qué de aquello, e incluso el por qué de darle vueltas, y te das cuenta de que quizás tengas que hacer algún cambio en tu vida.
Esto mismo me acaba de ocurrir hace unos momentos.
Me suele gustar ver los encierros de Pamplona, por la tele claro, y me he instalado frente al televisor, eran las ocho menos cuarto, y lo que vulgarmente se dice: -Me he quedado roque.
¡Vamos! Que Morfeo durante tres cuartos de hora ha hecho de mí lo que ha querido. Y en lugar de enfadarme conmigo mismo, he pensado que en realidad era lo que mi cuerpo me estaba pidiendo.
Una palabra ha venido a mi mente: insumisión. ¿Por qué hacemos lo que creemos que tenemos que hacer cuando en realidad, en lo más hondo de nuestro interior, no nos apetece nada?
-No me apetece seguir diciendo que ese lienzo en blanco que quizás me he encontrado en una exposición, me parece genial, porque en realidad me parece una estupidez, o peor de todo una tomadura de pelo. A cambio de ello: insumisión.
-No me apetece seguir quedándome en casa porque son las once de la noche, y es una hora juiciosa para quedarse en casa, cuando en realidad me apetecería dar un paseo en soledad, o en pareja.
-No me apetece que sigan decidiendo por mí, cuando en realidad solo deciden por ellos.
-No me apetece, quizás, seguir haciendo lo que he hecho hasta ahora, o quizás seguir haciendo lo que no he hecho hasta ahora.
Me he levantado rebelde, y no estoy hablando en términos políticos, contra mi mismo, y quizás eso puede ser peligroso para mi serenidad diaria, pero lo que es seguro, es que me voy a divertir a partir de ahora.
-Voy a marcar en rojo en el calendario, todas las lunas llenas, para salir esas noches, como un licántropo a aullar a la luna. Eso sí, mirando al mar, que siempre me ha encantado, y muy pocas veces lo he practicado.
-Pienso leer los libros que no he leído, y decir palabras que nunca he dicho, muchas de ellas de amor, y otras de sinceridad.
Me he empaquetado con un imaginario papel de regalo, y me voy a ofrecer a mi mismo, y a la gente que me rodea, para vivir cada minuto de mi vida como si fuera el primero o el último, porque en realidad, la vida, es lo único que tenemos, y no es poco.

*FOTO: DE LA RED

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