lunes, 26 de marzo de 2012

CARTA ABIERTA

 Carta abierta al Sr. James Cameron, director de cine:
                                                                                               
                                                              San Sebastián, 26 de Marzo, 2012

Estimado James,
Con asombro me entero de que estas llegando a la zona del mar más profunda de nuestro planeta, situada en el denominado Foso de las Marianas, que se encuentra a unos 11,2 kilómetros por debajo de la superficie del Océano Pacífico.
Te conocí a través de tu filmografía. Me gustó mucho Terminator, rondaste la poesía en imágenes presentándonos un mar maravilloso en “Abyss”. Me lo pasé como un enano en Mentiras arriesgadas. Sin embargo, para mí te hundiste con el Titanic. Es una historia totalmente lineal en la que en un momento dado aparecen actores secundarios de notable entidad como Kathy Bates, pero que no nos cuentan nada.
Y es que presentar una historia de la que todos saben cómo va a terminar es muy arriegado, aunque en “La aventura del Poseidón” también sabíamos lo que iba a pasar, y fue un auténtico triunfo. Por eso lo enmarañas todo con una historia de amor como excusa, para que suframos intentando saber si se salvarán los dos, aún conociendo que no hay amor, cinematograficamente hablando, más bonito que aquel que es truncado por las circunstancias, ya que durará eternamente en nuestros corazones.
Detalles como que durante años habías estado investigando la historia de ese navío, para que al llevarlo a la pantalla su realismo fuera del cien por cien, incluso presentando la misma vajilla, en realidad, son cosas sin importancia, pues, James, tu y yo sabemos, que lo importante de una película es que la historia funcione, y que para cuando intentemos reaccionar, la cinta ya haya terminado.
Sin embargo, eres políticamente correcto presentándote en la entrega de los Oscar ese año con tu familia, haciendo durante toda la ceremonia alarde de compenetración y amor con tu esposa, para que el baño de premios fuera estéticamente perfecto, y presentando la demanda de divorcio la siguiente semana. Y es que mides cada milímetro de tus movimientos, y los conviertes en dinero.
Llevas un tiempo alimentando tu vena científica, primero investigando los restos del verdadero Titanic, y luego intentando llegar a lo más profundo de los mares con un grupo del que formas parte.
Sin embargo, aunque eres cien por cien americano, como los cigarrillos del anuncio, aunque en tu caso, canadiense, tienes un punto en común con uno de nuestros grandes toreros, Luis Miguel Dominguín, en lo que concierne a que necesitas contar todo lo que haces. El torero se acostó con aquella belleza que era Miss Ava Gardner, y tú intentas batir records de todo tipo, primero en taquilla, y ahora en la pantalla de la ciencia.
Siento tener que decírtelo, aunque pueda herir tu orgullo, pero como latino, y con el pícaro que todos los españoles llevamos dentro, si tengo que elegir, siempre me quedaré con el maestro Dominguín, porque se jugaba la vida, esa misma vida que luego disfrutaba con las mujeres más bellas del mundo.
Y es que hay más vida, esa que buscas en las entrañas de los mares, más allá del dinero.
Un saludo, y me muero por saber cómo vas a rentabilizar esta aventura, ¿subastando el pequeño submarino, quizás? Porque el problema de hacer una película con esta historia es qué actor puede estar a tu altura.

Siempre tuyo,
Este vecino

* FOTO: DE LA RED


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