lunes, 12 de diciembre de 2011

EL MOMENTO INVITA...PERO QUIÉN PAGA



Hay momentos en que uno intenta analizar lo que está haciendo, por aquello de no repetirse, ni de aburrir al personal, y se ve como una especie de bailarín de los siete velos, que no sabe ni si existen los citados bailarines, en los que en cada baile se va quitando uno de ellos, mientras reza para que le vayan creciendo otros y no quedarse desnudo en pocos días.
Otra visión sería la de una culebra que va perdiendo parte de su piel, pero este vecino se resiste a esa descripción porque sabe que a muchos de sus lectores no les hace gracia este tipo de imagen.
Tener todos los días una ventana abierta para que la gente poco a poco te vaya conociendo, es una especie de striptease que mediante la historia y la ironía uno intenta más sugerir de si mismo que contar, porque entre otras cosas la vida del vecino no debería de interesar a nadie.
Uno de los miedos que tiene este vecino es que con tanta ventana abierta, tantos contactos, uno pueda acatarrarse moralmente, e incluso coger algún virus que en principio no le pertenecía. Este vecino se considera bastante sensible como para encima sufrir de una especie de sobre-exposición de sentimientos.
Desde que un buen día este vecino abrió la ventana al mundo, intenta fijarse en todos los detalles que le van rodeando, cosa que antes no hacía, y en cierta manera es vivir más, o al menos es meter más datos en el disco duro de tu vida, con el riesgo que conlleva de incluir algún que otro virus también.
La verdad es que desde que la ventana está abierta, han ocurrido muchas cosas y se podrá haber sentido de todo menos aburrimiento. Al vecino también le ha servido de aprendizaje, pues él es más bien visceral e intenta cada vez más controlarse para no decir lo primero ni lo segundo que le pasa por la mente, porque muchas veces lo que ocurre no tiene nada de gracia, pero conviene encontrarla, o al menos dar la vuelta a la situación para mostrar una mirada diferente.
Estos días este vecino está un poco desubicado, porque ni hace el tiempo que se supone debería, ni ya ha comprado los regalos que debería, pero no hay ningún problema porque los regalos vendrán y las facturas también. Al margen de coger catarros por la ventana del mundo, es una manera de vivir peligrosamente, ya que por la economía ahora se puede vivir más aventuras que Bond, James Bond, porque él tiene licencia para matar, pero sus gastos se los paga el gobierno británico, y los nuestros..., desgraciadamente nosotros, por lo que de valor, hispano además, debemos de tener una “jartá”; la palabra no existe pero el momento invitaba a inventarla, ya que además  no hay que pagar por ello...todavía.

.*FOTO: DE LA RED

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