domingo, 21 de agosto de 2011

POR SIEMPRE MEG


Rodeado de gente que no conozco. Quizás eso es parte del encanto de estar de vacaciones. Por eso hoy al ir saltando por los diferentes canales de televisión, me he encontrado con una persona que para mí ha marcado toda una época, Margaret Mary Emily Anne Hyra, más conocida como Meg Ryan, y me ha hecho sentirme como en casa.
Recuerdo que la conocí en la película El chip prodigioso, pero, por decirlo de alguna manera, me hice meg-ryan-adicto en Cuando Harry encontró a Sally. Ya sé lo que estáis pensando...pero antes de la escena del orgasmo fingido ya me gustaba.
Tenía en ella un algo que la hacía adorable, algo que la hacía diferente a las demás, pese a no ser ni voluptuosa, ni sexy..., bueno sexy sí, sexy a su manera.
Como cuando se enfadaba en pantalla, y ponía cara de hacer “pucheros”, o como cuando se quería autoconvencer de que lo estaba diciendo era verdad, aunque sabía, todos sabíamos, que eso no era así.
Ha sido la chica de la puerta de al lado, una chica normal y corriente, que al mismo tiempo tiene algo que la hace hermosa, muy hermosa, y que piensas además que tiene una especie de escudo que la hace invisible a los demás, o al menos eso es lo que creía yo hasta que me enteré de que se había casado con un tal Dennis Quaid, también actor. Pero eso no es lo peor....con el tiempo me di cuenta de que también le gustaba a mucha gente y de que era muy famosa. Iba a ser todavía más difícil que nos conociéramos.
Aunque he leído que como compañera de trabajo deja bastante que desear, eso no me preocupa pues sé que nunca trabajaremos juntos, ...al menos por ahora. En cambio, debo de darle las gracias por dejarme compartir una gran gama de sentimientos junto a ella, compartir sus problemas, y alegrarme cuando encontraba el amor en la pantalla.
Sin embargo, y aunque en cierta manera era el rival de todos los que queríamos a la Meg Ryan de la pantalla, no me gustó a mi personalmente, que dejara a su marido por un compañero de película, Russell Crowe, con quien a la postre su amor no prosperó.
Ésto, junto con su operación de cirugía, para luchar contra el paso de los años, han sido los dos grandes errores en una vida, por otra parte, repleta de grandes aciertos.
Películas como Algo para recordar, o Tienes un e-mail harán que siempre esté en nuestros corazones, y de reojo vigilemos la cartelera por si hay algo nuevo con ella dentro.
Una cosa es que por diferencias con su comportamiento me enfadara con ella, y otra cosa es que la olvide. A actrices como a Meg Ryan no es justo olvidar, ni en mi caso se puede, aunque sí de vez en cuando merezca un rapapolvo como el de ahora, para recordarle que aunque es famosa también se puede equivocar. Pero siempre la perdonaremos, por habernos mantenido pegados a una butaca durante muchas horas, con la esperanza de que quizás en un momento, solo en un momento, dejara de mirar al protagonista y nos mirara a nosotros.


*FOTO: DE LA RED

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