martes, 19 de julio de 2011

UNA PROFECÍA EN LA CABINA


Estaba claro lo que iba a pasar. Tenía que ir a una entidad de ahorro, todo por no decir el nombre de la susodicha, para algo que se sale de lo normal, pero tampoco era lo más de lo más, pues mis finanzas no están para cantar victoria, sino más bien para cantar por la parte vieja, intentando acompañarlo con un poquito de claqué para redondear el espectáculo, por otra parte lamentable seguramente.
Lo que decía, tenía que trasladarme a otro pueblo de la vecindad, que es donde he estado trabajando hasta que me he topado con un Ere, para cambiar mi dirección de la cita entidad al lado de donde vivo, porque antes por comodidad la sucursal que utilizaba estaba cerca del trabajo, y ahora desgraciadamente ya no tenía sentido esto. Pues que la citada entidad no podía hacerlo porque, según ellos, tenía que solicitarlo desde la nueva de Donosti.
Lo que no se esperaban ellos es que, servidor, valiera por dos, sí, porque soy hombre, todo lo que puedo, y además prevenido, y ya se sabe el dicho..., el caso es que como yo antes ya había preguntado en Donosti, han tenido que decir Diego donde decían digo, y con cara de hacerme un enorme favor, lo han intentando. Porque esta es otra, no están seguros de haberlo conseguido..
En cuanto una empresa, en este caso una entidad bancaria, cuenta contigo como cliente, para modificar ciertas cosas, todo son pegas. Sin hablar de las compañías de telecomunicación que para romper con ellas te ponen más pegas que para romper un matrimonio eclesiástico.
Hace poco precisamente quería darme de baja en una de ellas, y ya me había enterado un poco por internet de todos los inconvenientes que estaban poniendo para dejarte marchar. El caso es que tras darle pena a la tele-operadora en cuestión, contándole que me había quedado en el paro, cosa que además era verdad, ella misma me aconsejó que era más rápido y efectivo para mí, cambiar mi contrato por tarjeta prepago, y luego “dejar morir” esa tarjeta.
Siempre se habla de los problemas de dejarte atrapar por las drogas o por sectas, pero el peligro lo tenemos más cerca de lo que pensamos.
Eso sin mencionar las hipotecas y el boom que ya explotó, muerte anunciada por otra parte, y que no me digan a mí que los duchos en la materia no lo veían venir, cuando había gente que no tenía ni permiso de estancia en el país.
Me vienen a la retina imágenes del mediometraje rodado expresamente para televisión por
Antonio Mercero, y en el que un personaje, encarnado por un prodigioso Lopez Vazquez queda atrapado al cerrarse la puerta de una cabina telefónica, que a la postre será su tumba.
El paso de los años hace que esta imagen pueda ser más inquietante incluso con respecto a las mencionadas compañías de telecomunicación...y otras. ¡Toda una profecía!

*FOTO: FOTOGRAMA DE "LA CABINA"

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