lunes, 7 de marzo de 2011

DECORO Y BUENAS COSTUMBRES


Este fin de semana no he estado en Donosti, por eso al regresar sobre las siete de la tarde, he querido dar una vuelta para ver los últimos momentos carnavaleros del día.
Me lo he pasado bastante bien, pues he pillado los instantes cuando ya prácticamente el desfile terminaba y la gente andaba en pequeños grupos.
Aunque llevaba la cámara de fotos, no me ha dado tiempo a captar lo mejor de la noche. Esos disfraces que me gustan a mí con un toque subrealista. Iba caminando por el Boulebard, cuando por delante mío ha pasado un señor, que creo ya nunca cumplirá los cuarenta, vestido con el traje típico de pospoliña, muy serio y digno él. Llevaba en sus manos el arco que utilizan para bailar, pero con la variante de que al acabar el arco en su mano derecha, empalmaba con el tubo de una aspiradora que llevaba arrastrando, pues tenía ruedas. 
La imagen en cuestión hubiera dado para todo un editorial, pues sobre ello se puede hablar largo y tendido. Incluso se podrían haber nombrado dos comisiones una a favor y otra en contra. Es la mejor manera de no llegar a nada. Prueba de ello la tenemos en el hecho de que ya se empezó a estudiar la estación de autobuses en Donosti en 1976, más o menos, y todavía no se ha realizado. Pensando no nos gana nadie. Esperemos que cualquier día de estos no quede obsoleto el autobús, ahora que ya parece que lo vamos a lograr.
Lo que más me ha gustado es el acto que tenía lugar en el quiosco del Boulevard, según el programa de fiestas por parte de la compañía Salut L’artiste. Un peluquero, vestido de fantasía, regalaba peinados fantásticos a personas que se presentaban voluntarias. Utilizaba todo tipo de materiales para crear peinados imposibles, elevados a arte mediante imaginación y buen gusto. 
Unas flores por aquí, unas ramas por allá, incluido nido con muñecos en forma de pajaritos. 
Todo valía. De fondo, una bonita banda sonora de música barroca con toques y ritmos 
modernos, como comenzó el nunca olvidado Waldo de los Rios, y que mucho tiempo después continuó Luis Cobos.
Ha sido toda una auténtica metáfora de lo que necesitamos precisamente ahora: utilizar recursos que ya tenemos, con ideas innovadoras y autentico buen gusto. Por unos instantes, y sólo en mi imaginación la cara del peluquero mutaba en caras conocidas de nuestra sociedad actual. No hace falta que diga que no se libra nadie.
Mientras volvía caminando a casa, iba dandole vueltas a una gran idea. Ya tengo resuelto parte del disfraz del año que viene....Le voy a poner unas ruedas a la taza del váter, ¿qué obtendré con ello? Pues muy sencillo....¡una carroza que te cagas!...con perdón, con mucho perdón. Otro día, no me hubiera permitido decirlo, pero hoy sí., pues voy disfrazado de escritor procaz. A partir de mañana ya tendré mucho tiempo para fustigarme con el látigo del decoro y de las buenas costumbres.

1 comentario:

  1. Hablando de escritores procaces, por qué no piensas en meterte en la web www.escritores.org y te planteas empezar a concursar...?
    Ahí tienes todo tipo de información útil: certámenes, cómo ser lector de editorial, propiedad intelectual, etc.
    Un besazo

    ResponderEliminar