lunes, 24 de enero de 2011

NUESTRO SOYLENT GREEN

Ya ha pasado el fin de semana. Para algunos en Donosti, ha sido un fin de semana largo y quizás han aprovechado para recuperarse del exceso de tambores y licores.
En otro orden de cosas, quien más quien menos mantiene un ojo en las negociaciones entre el gobierno y sindicatos. Por lo que he pulsado a mi alrededor, está no claro, sino nítido, que la gente tiene la sensación de que en pocos meses las condiciones laborales están cambiando completamente, y no precisamente para bien, desde el punto de vista del trabajador.
Entre que se quiere subir la edad de la jubilación y aumentar los años cotizados, va a ser muy difícil que la gente cobre el cien por cien. A esto hay que tener en cuenta que la juventud cada vez accede al mercado laboral más tarde, por eso aquel que cotice cuarenta años debería de recibir directamente la medalla al mérito, no digo al mérito en el trabajo, sino al mérito en general.
También está claro que lo que se quiere indirectamente es que la mayoría de la gente se haga un plan de jubilación. Pero si todo sube, incluidos los impuestos, y el fantasma de quedarse sin trabajo está siempre acechando, la pregunta es: ¿de dónde vamos a sacar el dinero para todo?
Una de las razones que se aducen para querer incrementar la edad de la jubilación es el aumento de las expectativas de vida. Lo que ocurre es que con las estrecheces que podemos pasar con las raquíticas jubilaciones que previsiblemente recibiremos, por todo tipo de descuentos, podremos decir como en el chiste, que no es que vivamos más años, sino que se nos va a hacer más largo, pues la vejez va a estar llena de “no puedo comprarme esto, ni tampoco eso, y de aquello ni hablamos....;
No sé las sensaciones que pueden invadir a los demás, pero una de ellas que me invade a mí es la de que hay que cuidarse, aparte de mentalmente (que todo hará falta), también hay que cuidarse físicamente, pues ahora en cualquier momento te puedes quedar en el paro, y cuanto mejor apariencia tengas será mejor; sin mencionar el que todo el mundo ahora intentará coger las menos bajas posibles, aunque lleves la cabeza en las manos, por un cortecito de nada.
Como gran amante del cine, me vienen a mi mente imagines de películas futuristas, y naturalmente el cuerpo que se te pone no es el de la alegría de la huerta.
Películas como las de Mad Max, en las que ya el agua es un bien preciado, y sobre todo la inquietante Cuando el destino nos alcance, cuyo título en inglés, Soylent Green, hace mención al alimento que en el futuro de la película nutre a la mayoría de aquella gente, y que está muy lejos de pertenecer a la dieta mediterránea, aunque no quiero desvelar su origen para no destripar el gran secreto de la película.
Si cualquier día de estos leo en el periódico que el gobierno de turno garantiza soylent green y agua para todos, lloraré amargamente pues ya el destino nos habrá alcanzado, no habiendo marcha atrás ni políticos ni sindicatos que nos salven, y me temo que eso puede ser muy pronto.

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